viernes, 15 de agosto de 2008

Que y que ahora qué, ¿qué?

Que si un accidente no son mas que dos distraídos, que se encuentran. Se saludan con un beso, uno cada uno, que “¿Qué tal?”, que “¿Cómo estás?”; que disculpe las molestias.

Y que, ¿qué más queda?, si accidentados han quedado, pues distraídos. Y, ¿qué más habría de quedar?

Que si un error no es más que otro que no encuentra pareja de rival. Que baila sólo y en solitario con el sigo mismo que nadie quiere hacerse cargo; y sin saber, jamás, si bien o si mal, si a cuál de los paraísos irá a parar. Si es que a alguno.

Que no es fácil, no, no lo es. Pero vamos, y venga, que tampoco es ese el calvario. A cuánto de detenerse un segundo, de tu lado y del mío, a considerar las circunstancias. Circunstancias. Por el bien del de los dos.

Y que si ni de mi ni de ti, ni quizás de los dos se trata, ¿de qué? ¿Dónde esperan los besos y las caricias hasta que, amigados con nosotros mismos, volvamos al calor?

Que qué horrible dejárlos tan solos, tan huérfanos de tu boca, tan peleados con mi piel.

Qué como diría mi vecina, que qué tanta cosa, que qué tanta vuelta. Que qué es eso de buscar hasta al hastío la quinta pata del gato; la quinta gata del pato.

¿Que que me extrañas? Que tanto como a ti yo. ¿Entonces qué?

Entonces, ahora, vení.

Eso.

lunes, 11 de agosto de 2008

Una y mil veces

Esta ciudad, que, le guste a quien le guste y le pese a quien le pese, es la mía, tiene, e históricamente ha tenido, sobre mi persona diferentes y randómicos efectos. Narcolépticos, histéricos, afables, risueños y, casi, casi que a menudo, incluso, apáticos. Entre otros, claro.

Y también diferentes manifestaciones.

En retornos como este que estoy hoy y desde hace estas 17 noches que hemos dormido juntos, su manifestación de cotidianeidad, de familiareidad, de sencillez sorpresiva, por ponerle un nombre, me agrada. Y me sirve también, ¿me explico? Me sienta bien. Como la rigurosa y milmétrica devoción que quema la pestaña del sastre por el afan en que persigue su arte, me cabe.

Adormece la forma que mi expresividad toma cuando el dolor y la Vena exigen hiper sensibilidades que no me vuelvan blanco, amorfo y tonto. Me retornan, incluso con cariño y tierno cuidado, a un estado de virginidad. Es agradable sentir el himen intacto. Saberlo íntegro. Ser nuevo.

Es que regresar es Virtud. Es genial.

Con aquí nunca me peleo, casi no me he peleado. Es que ya casi no peleo. Al menos no por cosas importantes. Es expectante que asisto a algunos escupitajos lejanos que eventualmente mi caracter y humor traicionero evidencian, como ampollas volcánicas que revienta en cámara lenta brotes de pus y lava y calor hormonal.

Como pequeñas luchas internas. Guerras sin contrincante, sin rival ni cuartel, ni armas que disparan no-municiones, sin muertes ni de casualidad. Como eventos a los que asisto, como invitado de honor, para aplaudir en primera fila, de pie, los evidentes resultados de mi magnífica transformación.

Aún a esta distancia de todo lo que falta, que es siempre y todo, se siente bien; se convierte en fundamental.

Por favor, no me sueltes la mano, ¿ta?

martes, 15 de julio de 2008

A while

Qué ansiedad, qué apuro, qué pocas ganas de acá, cuántas de allá, de vos.

Un dolor así, esta ausencia del borde de tus labios es realmente la forma más insana de volverse loco. Ni a mis 5 años semejante berrinche.

Es que esto de que sean los últimos días, de poner a funcionar la realidad que dibujó el motor de mi expectativa. Este blueprint. Este vacío de todo, de sólo necesitar que se queme el almanaque, de que nunca más, de que toda la vida. De que cada uno de los días.

Esto de dar un paso para atrás para poder dar dos hacia adelante. Esta esencia de cabra, de macho cabrío, que no es terco ni testarudo ni obstinado; que es lo que es, que es las tres, a la misma vez, con idéntica intensidad. Que no puede contra si.

Que no quiere contra si.

Esto que no se qué es, ni qué quiere, ni que nada. De nada. Las noches interminables, las mañanas heladas y mogólicas, la lerda antipatía de las agujas del reloj, y su indiferencia. La cama en la que, aún a miles de kilómetros, me abrazas, la misma de la cual no me dejas escapar; ni lucho demasiado por lo contrario.

Esta inquietud. Esta cáscara de nuez y el desamarro involuntario del puerto de la vejez prematura. Esta confianza en el viento, este tatuaje que no cicatriza, esta ancla que se ríe de mi falta de equilibrio.

Este azul tan intenso. Tan importante y tan genuino; tan azul, tan inmenso.

Este desear cosas de a dos, de pensarnos en pareja. Un paseo, un rincón medio escondido, nuevos lienzos para nuestros besos. Esta sensación avasallante, fresca y pura. Esta completud.

“Then is when you realize that the more you find out, the less you know”.

lunes, 16 de junio de 2008

Stuff that works

Nuevamente en la música encuentro la compañía y la decencia para las lecciones que, por los kilómetros que me separan de ti, me cuesta encontrar en cualquier otra cosa. 

En su registro, la cadencia de sus vaivenes que alegran tu boca y mueven tu cabeza para generar el ángulo entre tu cuello y tu hombro al que me fui a vivir desde el día del año pasado en que conocí la dulzura de tu piel; el día en el que la mía se volvió tersa y gentil, aunque no haya sido hasta luego que pude tocarte con mis dedos y aprehenderte.

Aún sin entender del todo ni justificarme por nada, ni de todo, sigo sin entender mucho porqué me alejé tanto de ella, de su mística cariñosa, redentora, de su naturaleza maternal y del mimo de su terciopelo.

Jamás dejó de sonar en mis oídos, compasiva como siempre, compañera, amiga fiel, leal; musical. El llanto sordo de mi miedo ya no calla su pasión. Es some kind of love.

Si a cualquier lugar pudiera transportarme, y fuera de estar sólo, ese lugar sería uno con la ventana abierta, luego del almuerzo, al final de un verano austral, generoso, detrás de cortinas filtro naranjas bailarinas y tibias como la sospecha de que tus labios debieran de existir en alguna parte del mundo, si no los conociera. 

Si acompañado, contigo. Donde fuere, en tu regazo. Debajo de nuestras sábanas, al amparo de tu calor.

Con un poco de arte en la empresa, puedo transportarme a los dos, sólo y acompañado. A ambos me dirijo. Y a esa imagen, a esa idea que canta la canción, a la sistemática sensación de aire de planicie y agua inquieta que me brota en el pecho; está clarísima. Yo lo entiendo. Al lugar donde las estrellas van a morirse y a ser más hermosas por segundos que brillantes de por vida.

A ambos voy cabalgando sobre ti, prendido a tu cuello de fuego; fuerte, apretado, abrazado. Mis ojos van cerrados, eres el sonido de tus cascos sobre las nubes, cortando el aire; eres los miles de kilómetros que dejamos atrás. Eres mi casa. Y there´s no place like home.

En esta imagen me conforto, en repeat, me es como el paso cansino pero sabio que define la racionalidad natural de la bestia y la carga con la cruz del superviviente. La garantía de la vida sobre la muerte. Aquello de timonear el metabolismo para que sean menos las cosas que necesitamos, porque menos cosas tenemos para darle. Aquello de que lo que tenemos es más que suficiente.

Como la resaca de heroína que desconozco, Killing the blues funciona a la medida de la abstinencia que mi adicción me pone a temblar. Mi adicción a ti.

"Somebody said the saw me / Swinging the world by the tail / Bouncing over a white cloud / Killing the blues".

Funciona. 

Y sino miren.

martes, 10 de junio de 2008

Mi 4 de julio

Mi cita con el final de este presente desgarrador ya está acordada. En días vuelvo a subirme al túnel de la hiper velocidad y llegaré a ti, por fin y para siempre. De tus brazos no me iré jamás, de los míos no te soltaré.

En el transito/trámite hasta entonces habitaré las cantinas de Morfeo, los salones del olvido, verdes y blandos, y blancos. Anidaré refugiado en mi propio ser; sólo, debo resistir este vendaval. Que no amaina, que no perdona, que no cede ni repara en detalles misericordiosos. Sospecho que además acelerará su furia, su natura violenta.

Como la apasionada y devota tormenta que es, ella dispara sin piedad y con puntería de campeón los golpes que recibe mi carne viva, roja y viva. Obedece órdenes. Lamiéndome las heridas es como me encuentro. Dócil, doméstico, incondicional.

Aún no me siento en condiciones de enfrentar este pasaje de mi vida. De sentarme a analizarlo, a pensarlo, a razonarlo, enfriarlo y perdonarlo. Necesito descansar. Mas al momento que llegará indeclinablemente me entregaré con delicia, afanoso, y de la mano de tu amor. Guía.

A mis errores dejé de guardarles rencor hace tiempo. Sólo los dejo ser, como dejo ser a mis aciertos. No festejo la meta pero agradezco el camino; a él si lo festejo.

"He did not know he could not fly, so he did".

El pasado es anecdótico, la piel cambiará y volverá más suave. Mis pies, inquietos, se volverán sabios acerca de los lugares a los cuales llevarme. Han aprendido a caminar mejor, no necesariamente más; el tipo de caminatas que deja huellas impenetrables, imborrables, heroicas y referentes. La forma de caminar cuando camino de tu mano.

Siempre supe que no habían sido sólo cosas que nos dijimos al oído. Algo así es más importante, más fundamental, como fundamental es la lluvia que nos cobija en nuestras siestas, como determinante es el rayo de sol que alumbra tus párpados cerrados cuando hacemos el amor, cuando mi esencia recorre tu espina y somos uno sólo; cuando tu boca me esquiva muerta de ganas de encontrarse con la mía.

Tus manos en mi espalda, tus piernas carceleras, la presión contra tu pecho, la vida misma, manifiesta. El sentido de lo completo. Todo.

La última cuenta regresiva.

Contemos días. ¿Querés?

jueves, 8 de mayo de 2008

There´s no place like home

Acerca de este lugar, de este espacio, un amigo mayúsculo de esos con los que uno puede abrazarse y discutir, me dijo lo siguiente:

"Está bueno poder volver a entrar a un lugar donde se puede fumar".

Gracias por eso man. No es como que lo hubiera dudado desde que lo vi pintado en la pared, pero era cierto lo que decían los holandeses risueños: Home is in your head.

Entonces, en casa, y ya que puedo y me muero de ganas, me voy a fumar un pucho.

Hasta la vuelta.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Fuera de lugar

Como la E invertida, tachada. Así. Como la no pertenencia. Una disonancia tonta, infantil e insensata, la nulidad en la identificación, la falta de voluntad de la buena, la brújula borracha, mareada, drogada. Estúpida, aguja necia, ríndete, acepta tu condición de sapo de otro pozo, tu naturaleza evidente, lo que tu piel grita. Y protégete, por Dios, protégete.

Si apoyara mi cabeza en tu hombro, aun a miles de kilómetros de distancia; si cerraras los tuyos y encontraras en los míos a los ojos que no dejan de abrazarte, el pie-bastón que no dejara que te caigas; si en la oscuridad y el miedo me quedara quieto, quietito, si confiara, no me desesperara, si me abrazaras; si escucharas la música y me encontraras en las canciones en que estoy, flotando a tu alrededor.

Si los besos en tus labios esperaran a los míos, si mis manos en tu cuerpo te tocaran, si tu sonrisa hiciera con tu humor las maravillas que hace con mi panza.

Si sus ojos no pesaran tanto sobre mi espalda, si fuera evidente el horror error que hubiera cometido; si al menos intencionado. Si el veneno saciara mi sed ante su incredulidad, en lugar de envenenarme.

Si la condena escapara al capricho, al miedo, al temor del desconocido. Mi accesibilidad está lastimada; en el piso, herida, indefensa, ha sido objeto de una furia muy poco cortés, del impacto de los punta pies mal intencionados tele dirigidos explosivos, de la cizaña celosa y estúpida.

Así. Fuera de lugar, no puedo. No quiero. Haberlo sabido.

Hasta el paraíso que eres tu, hasta ti, hasta entonces, no me queda más que esperar. Hasta ese instante de candela sólo será chocolate high.

Cigarette high. Caffeine high.

"Y a veces la ansiedad / Y a veces el dolor".

Hold.

miércoles, 30 de abril de 2008

El mar Mío

El río de mis aromas, de mis brisas, de mis puestas de sol. El de las tardecitas de noviembre, hacia el oeste querendón, el de los brillos tintineantes, bailarines, risueños; el sol bailando con la fiesta de la vida con la boca pegada a su frente, arrabalera y patrona, mojándose feliz entre niños y negros y perros sin collar, envidia de la noche más blanca más estrellada de la historia del firmamento.

Mi Río de la Plata, musa de mi devoción incondicional. Amor en paralelo a la sinuosidad de tu cintura serpentina y atrevida, aplauso a tu canto, ovación a tu canción, a tu susurro, a tu beso de terciopelo. En ti se apaga el bullicio, en ti descansa el día entero, a ti acudimos, agotados; de brazos abiertos, siempre, nunca tienes un no para nadie. 

Los mejores bares descansan los problemas de sus heridos en tu regazo. Sus lágrimas son tu sal.

Estribillo de las canciones de guitarras, de bandoneones, de violines; cimiento firme de las nubes de la carne asada, de las borracheras y de las sonrisas, del abrazo cálido de tus ojos buscando a los míos, atravesando el lugar.

Refugio de chiquilines y señoras, del primer pecado que no haya sido original. La luz de los mil colores, siempre idéntica a la del nunca más, la que baja en el ángulo que reconozco como "casa"; ese mismo que no tiene precio.

No puede tenerlo.

Cada día más cercano a la imperfección que te hace único, y únicas a las calles de tu ciudad, al aire que dobla por sus esquinas, que dobla sin avisar, a tu pronunciación caprichosa, hincha a muerte de tu semblante corajudo. 

Cuna de corsarios agotados y dormilones, eres enorme y vasto y ancho e imponente. Eres horizonte, eres posibilidad. Mentor de mi infancia, en todo el mundo hablaré maravillas de ti; frente a los mares más azules, más tibios, más cristalinos y llenos de olas, tu bandera flameará, mi amor por ti sólo crecerá, mi pecho sólo se ensanchará con tu aire omnipresente.

Sólo tu has sido paciente como nunca nada ni nadie, y en los brazos de tu mecido vaivén, en tu paz iracunda, en tu persistencia inmortal, me has enseñado que todo, absolutamente todo, siempre, estará bien.

En tu frescura e irreverencia aprendí del amor al juego, en tu ir y venir de la devoción al movimiento, del movimiento como constante, como básica, como motor fundamental; la belleza de su dinamismo, del cambio. Nunca te quedaste quieto; porque quieto no pasa nada. Por eso también me voy, a extrañarte. Por eso también dejas que me vaya un rato.

Mi piel nunca es tan feliz como cuando tu la arrugas, cuando tu la abrazas. Si fueras dedos serías los suyos; si fueras ojos, los tuyos. Si canción "Hickory wind"; carcajada infantil.

Hoy te extraño como aquella vez en que jugué a poder sin ti, en que descubrí a mi Montevideo como Victoria; porque hoy estás próximo como estabas entonces. Punzante como un tango, añoro tu filo, el sabor del acero en la boca jadeante.

Cuando llegue a ti estarás helado, hermoso, tempestuoso. Iré a saludarte y vendrás corriendo a recibirme, a salpicarme. Correrás a mi lado, caminaremos de la mano, bailaremos con el viento la milonga de tu golpe contra la ciudad, de tu tempestad contra mis playas; las que bañas, las que refrescas. Las más felices del mundo de acurrucarse en tu cariño bestial cada noche, de amanecer en tu aletargada mañana, cada mañana.

Te abrazaré. Y todo estará bien. De ti nunca me fui. De ti no me muevo, Mi Agua. Se que estás en buenas manos, que no puedes estar en mejores. Que no quieres otras, ningunas sino las suyas.

"It´s a hard way to find out that trouble is real / In a far away city, with a far away feel"

martes, 29 de abril de 2008

Algún tango triste (de los que hacen daño al zurdo cordial)

Volver a volver a la lenta, eterna, dolida y dolorosa espera; sanguinaria. Volver a este lugar que ya casi no me incomoda, que me conozco de memoria, que se siente como en casa. Llego y el carcelero me saluda como me saludan cuando volvía a casa. En la ironía más dulce que puede tener el verdugo, me estrecha la mano apretándola con calor, casi con camaradería, y me dice que se me ha extrañado, que las cosas están todas en orden.

Con los ojos me susurra que descanse tranquilo, con una mueca de lástima honesta, que junte fuerzas, que ya me volverán a sacar la hostia. "Esta sala de espera sin esperanza".

Estando a un tiempo, en fecha, en regla con la estupidez de lo estipulado, y con su cobardía. El refugio del contrato, de la letra chica, la cláusula de privacidad, la falta de sangre, de venas, de carne; la matemática. La puta matemática. La ira. La desazón. Qué cierto aquello de que al amor lo cura lo sensato; el almanaque Asesino. Qué infantil mi ilusión.

¿Con qué cuchara se otorga el derecho, quién, de revolverme las entrañas, de enfriarme el corazón? La fibra más íntima se ha vuelto marchita, escupe el veneno que la ingenuidad le ha convidado; ella, ingenua, se ha entregado en cuerpo y alma. Es lo que ella hace. Por eso es fibra. Por eso es íntima.

Por eso es mía.

Herida y todo, ahí sigue. Flor. Perenne y hermosa, como lo eres tú.

Es siempre al final que la cosa se pone mucho más complicada, más difícil, que incluso cuando jodida se pone en el principio del fin, que en el instante que la térmica salta porque el calor es insoportable, inhumano, y se toma a la final la amarga vinagrera de encarar la retirada; la vuelta, la partida. El Génesis del Apocalipsis. 

Esta vez no ha sido la excepción. Aún la vida me coloca del lado de las excepciones cuando de gentilezas se trata. Seguiré esperando. Tengo todo el tiempo del mundo. Y muchas más ganas aún.

Es sin drama, de todas formas, que al rato que en la jaula de leones me siento con ellos a conversar, a convidarnos dolores pretéritos, cómodos, hoy, en cautiverio. Porque ni ellos, ni las hienas ni los peores demonios me van a comer. Porque a mi no me come nadie, a mi nadie me va a comer. Y porque ellos también, en última instancia, fueron enjaulados y viven prisioneros. Lejos de sí.

Me apena, si, la distancia que el encierro hace cada vez más evidente. Más roto, más herido. ¿Presagio de qué?

A los años me detengo a escuchar al viento silbar.

Siento que una parte de mi sangre viene de algún lugar frío y de amplísimas extensiones. De un lugar Sajón, de tierras regadas de sangre, coraje y dolor, de brotes de vida eterna, de sacrificios por hijos, mujeres, amantes. Vida. Gesta. Siento que en aquella lejana tierra noble ha brotado mi origen, realmente; y esa esencia no puedo perderla.

Siento en la piel la paz de la soledad en la inmensidad de este lugar tan gris y crudo, mi cuerpo es forraje que abriga maternalmente a un Corazón niño que ansía salir a cazar y a convertirse en hombre; mas el apuro no lo inquieta. Los ojos se alimentan, como esponjas, forjándose en los escudos que me protegerán de los ataques más bajos. Siento los pies absorber como raíces, las manos elevarse como troncos que tocan el cielo y enojan con cosquillas a las nubes pesadas; infieles.

Me voy un rato. A ver si me veo por ahí, por los médanos blancos.

"Me he vuelto viejo".

martes, 22 de abril de 2008

A un Amigo / This old road

Hay muchísimas cosas de las que nos pasan, o al menos de las que me han pasado de la vida, que considero grandiosas y fundamentales. Hoy reflexiono acerca de una de las que considero más difíciles, o al menos de las que resultan de las más difíciles; más llenas de pruebas. Esas de las que a priori solemos descartar en la diaria.

Esas de las que más me estoy enamorando, desde hace años. De las que vuelven a estos dedos sabios en mi propia convicción de que, equivocado o no, bailarán felices y libres por siempre. Ya no dependen de mi. Son los títeres de mi corazón titiritero.

La distancia, la confianza, la certeza, el vínculo forjado a fuego de alma y ojos sinceros, de despedidas sin drama ni fecha de reencuentro. Todo bien rojo, rojo vino tinto, color de momentos buenos, de verdad, genuinos como la vieja madera de una guitarra compañera; fiel. Las buenas personas que gracias a esa inversión que hacemos, que en Cristiano se llama Sacrificio, nos acercan y aproximan al otro, y que somos cada uno. Las personas que te contagian la certeza de que ser mejor es ser cada vez más uno mismo.

A Kris lo escucho todos los días desde la noche de diciembre en que me lo presentaste, aunque no todos le ponga play. Anoche me puse a escucharlo charlar, con la guitarra en el fondo y las Guinness al frente, aquellas de mesa de madera de árbol de noche boreal. Charla amena si las ha habido; si las hay.

Creo que es lo más lindo de escucharlo a él. No es de aquellos de FM, como decías, que inquietan llenos de respuestas y soluciones. Es más de aquellos otros, Highwaymen, llenos de preguntas, de espaldas llenas de mapas con encrucijadas que dejamos atrás, de caminos que nunca recorreremos porque elegimos recorrer todos estos otros. De marcas de balas que por poco nos matan, pero que no nos mataron ni nos van a matar. Sólo nos marcan y nos devuelven al ruedo: marcados.

Un buen compañero de ruta. De esas rutas que no precisan paisajes en movimiento pero que aun nos convidan con la refrescante sensación de que avanzamos, porque es el alma la que no se queda quieta.

Como punta de lanza, cuatrero revirado, como bestias desbocadas de hambre de vida, entendemos que amanecer muchas mañanas en el mismo lugar también es viajar; sobre todo cuando la noche anterior ella volvió a elegir que iba a amanecer del lado de al lado de nuestro lado de la cama.

"Look at that old photograph, is it really you?"

Cuál es la pregunta para cuál respuesta, creo que es la pregunta. ¿Cuánto tiempo pasamos errando la pregunta, confundidos con respuestas, lógico, que no son para nosotros?

Creo que cada vez que erramos el camino. Debe ser la trampa de la duda, de la urgencia, de la inmediatez; nunca vamos a regalarnos paciencia. Difícilmente invirtamos un "no" contundente, aunque amistoso, al largo plazo de la fertilidad de nuestras almas.

Y Aquella tampoco va a parar de hacernos preguntas, más evidentes, menos concretas. Y aun así, al final de la cuenta, seguro que vamos a estar de acuerdo que es su trabajo; si no las hiciera, la vida, ¿no se lo reclamaríamos?

Si siempre es ahora, siempre va a ser ahora. Y si Kris no tenía razón, ¿quién? 

Vos, valor. Vos.

miércoles, 9 de abril de 2008

Heroes often fail

"I just don´t know where we went wrong, but the feeling´s gone, and I just can´t get it back". Con la tecla más gorda del piano más gordo cayendo pesada al final. Cerrando la persiana, bajando el telón. Contundente. Verduga.

Qué idiota, qué imbécil. Una vez que trato de hacer las cosas bien; "bien". UNA; la vez que me doy, que me entrego, que expongo mi carne, viva y roja. Tierna, ingenua, preguntona. Presa fácil. 

Ya no queda más que esperar la cínica misericordia que a este tipo de dolor sólo visita el proceso de putrefacción, esperar que el negro gris muerte sea el clima imperante en el invierno de mi alma. La descomposición. Comida de gusanos. La lástima.

Una herida de este tipo, aun con tiempo y cicatriz, aun con arrugas y cariño, siempre deja marcas. Hondas. Oscuras. Surcos.

Me ha sacudido como la peor de las noticias. El jugo que escupe el hueco del corazón se ha desparramado por ahí. Metástasis en el alma apedreada. El bobo ha vuelto a ser una mera bomba. Un payaso triste. Un hazme reír. 

Muerto, muerta de hambre como una hiena inmunda, ha perdido toda su dignidad, se ha vaciado como vacía un aborto. La no vida. La cabeza vuelta a un lado. La burla del sol hirviendo en la tensión de los músculos de la cara, aguantando, inútil, el flujo de lágrimas perennes.

Se ve que tampoco era este el bote.

Otra vez nadar hasta la orilla, la puta madre. Náufrago, y con el mar como está de tiburones. Con las ganas muertas, las pocas semillas que quedaban optimistas. Degolladas. Brotarán sangre rancia, sangre negra, hedionda; eternamente. Este es el único dolor que podría llegar a matarme. Realmente.

Una noche turbia e insegura, hace algunos meses, escribí algo que borré en seguida porque se me hizo infantil, tonto, sin sentido y minúsculo: "¿Quién jugará a ser mis labios cuando besas labios que no son los míos?"

Ahora si que estoy sólo. 

No se cómo carajo volver a subirme a este caballo. 

Que se vaya, que camine, que vuelve a su naturaleza salvaje. ¿A quién se le ocurre alejarlo de aquella en primer lugar? Que cabalgue y sea en su hermosura lo que debe ser. Libre.

Mejor camino. Por ir sólo un rato. Conmigo.

También ahí debe haber algo de arte.

martes, 8 de abril de 2008

Shomevoi

Suficiente. Muchas gracias por todo, pero yo me voy.

Ya ni siquiera se trata de elegir no soportar más determinadas cosas, no se trata de irme por un motivo feo acá, sino de un hermoso allá; lejos de aquella infantilidad, muy próximo a la dulzura de esta otra, nueva. Génesis. El más hermoso de todos los motivos en mi vida. La más bella de todas las personas.

Atrás quedarán las duras noches en que ni el sueño quería acercarse a mi cama, las noches inmundas de pastillas inmundas, tranquilizantes (¿justo a mi?), los días sin comer, la angustia asesina; las malas personas, la mala maldad, mezquina. 

Viajará conmigo, quizás perpetuamente, la paradójica lección de hasta agradecimiento por todo aquello que en el peor momento de lo que hube entendido como guerra, aprendí. Los ojos ahora miran escoltados por nuevas arrugas. Este perro ladra más ronco. Muerde menos, aunque mucho más fuerte.

Esas son las cosas que acumulo, que elijo acumular, las que me hacen ligero de equipaje, ágil en el viaje, ardiente en el camino. Misionario.

Hubo momentos en que divagué con buscar la paz en la terapia, en la religión; en drogas que no existen. No se concretamente qué es lo que sucede allí, en ese lugar, pero seguro algo adictivo también, tiene que serlo. De ese coqueteo de tele novela hoy me río tranquilo; hasta la brújula borracha y desconcertada ha sabido llevarme más próximo a mis orillas que los mapas necios de necios navegantes. A palabras más sinceras, a una simpleza más blanca, más mía. Más cerca de la tuya.

Me permito incluso empezar a dudar de si existe algún problema esquivable en el vicio, en la adicción; en el menos narcótico de los sentidos. En el sentido de necesitarte, en ese si.

¿Es posible no hacerse adicto a algo? Lo que fuere. ¿A alguien le sucede que no? ¿A alguna persona le pasa de poder tomar y soltar a pura voluntad? No lo se, lógico. Pero si mi adicción es a tu vaivén, a tus ojos peleadores, a los mimos de tu boca, lejos viviré del centro de rehabilitación.

Es que te extraño como insano, como abstinencia, como reclusión. Al reloj sólo lo miro de reojo. Él, aunque lento, nunca ha sido un hijo de puta conmigo; no creo conocer a otro tan poco caprichoso. El sólo está haciendo su trabajo. Cada uno de sus segundos eficientes, cada uno de aquellos en los que se rinde, yo me acerco a vos. 

No lo puedo explicar, ni aunque lo intente. No necesito hacerlo tampoco, ya no más. Pero algo grandioso se acerca, despacio, cuadrando, ensamblando, haciendo su cosita, haciendo lo Correcto. Es lo que tengo que hacer, lo que quiero hacer. Se que es algo fuerte, intenso, Sincero y certero. Nada mal para una corazonada.

"I´m going down to nowhere, going up to someone".

Vaiacondíos.

miércoles, 2 de abril de 2008

Untied / Undone

Exponiéndome al riesgo de pensarlo, quizás haya sido que hasta entonces no me había picado la suficiente curiosidad, o La Curiosidad lo suficiente. Quizás fuera hora de darle un recreo al coqueteo peligroso de la idea de alejarme de A, de añorar B, de perderme en el camino, de romper la brújula, de gritar para cantar. Gitano.

Hasta que ese momento llegó. La primera vez que sentí algo así, así nuevo como eso; por lo que sea. La junta del miedo y la excitación, el orgullo y el miedo, las ganas y la paciencia; como tocarte, como besarte, como ser el que te crispa la espina, la fuente de calor que fecunda la exhuberancia de tu belleza, el motor de tu pierna cuando se mueve a mil por hora.

Llegó el momento en que todo se trató de ponerme a mi mismo a prueba, de llevarme al límite, al extremo, y empujarlo; empujarme. Tensarlo, seducir el dinamismo de la acción. Hacerme un poco el vivo con su flexibilidad, aprovecharme de la red y dejar de fijarme el objetivo al frente. Lanzarme a R4, darme a la idea más hermosa. Darme, realmente. Con ella, caerme sería tan apropiado como salir volando; se sentiría bien. Así que me solté.

Me encontré con la certeza de que puedo cambiar lo que quiera cuando quiera, de que tengo todo por delante, de que si el camino lo surco con la semilla de la pasión entonces el campo será siempre fértil, el fruto siempre jugoso, fresco y nutritivo.

El verdadero problema llegaría si me reconociera triste en la vejez del alma, si las drogas se llevaran al niño para siempre, para no volver. Ahí estaría siendo cosas que no me gustan por miedo a no tener tiempo para cambiar, a que sea demasiado tarde. Costumbre, perra.

Aun tengo miedo. Estoy aterrorizado, pero recobrando el coraje, templándolo, despacio, apoyándome en mis propios pasos bien dados, de a uno el primero, el segundo después. Riéndome de mis tropiezos, feliz de este miedo domesticable.

Muchas cosas las escribí con el alma ronca, las anote con los ojos húmedos, empañados, asustados; las devolví con forma de llanto silencioso, opaco, tímido. Nunca fueron más que tiros al aire, golpes en la oscuridad. Sin embargo, hoy no las leo con desdén. Es la Historia la que me determina como hábil, como jugador. "I got shot off my horse. So what? i´m up again."

Desde aquí hoy puedo afirmar que ha sido la música siempre lo único casi tan elevado como vos, lo único que siempre me ha seguido sorprendiendo casi como cada vez que tus ojos me miran y los míos gritan allellujah. Float, "don´t land". Tan básico.

Me gustaría que un día me cuentes cómo es que guionas la forma dulce que tienes de desnudarme casi sin tocarme.

Vos, ¿cómo escribís?

martes, 1 de abril de 2008

The frontiers are my prision

Llegando a sus límites, las ciudades, los pueblos, las aldeas se vuelven más tímidas. Se convierten en la parte en que se terminan, en que dejan de ser, en su final; en esas partes donde exhiben su desnudez y queda en evidencia su flaqueza.

En esos lugares el viento sopla más libre, irreverente realmente, atrevido; su soplido seco reina el reino del polvo del piso y del aire, el silencio silba profundo y temerario. El tiempo no manda, porque en el lugar donde nunca pasa nada el tiempo no es motivo ni de burla. Menuda licencia.

En esos lugares los hermanos se dan la espalda, se rechazan por costumbre y sin convicción. Es el odio por inercia; la indiferencia y su tristeza. El orden dicta que es hacia el ombligo hacia donde hay que mirar, que allí todo sucede.

Pero allí habita el final de lo peor, allí nace la infección, lo más bajo de lo bajo, la raza que contagia el odio envidioso, el recelo de los siglos. Está todo contaminado, el corazón huele a podrido, la ley es dictada por la velocidad de las falanges y vive en el regocijo de los regueros de la pólvora y la sangre.

A estos lugares se viene calzando botas de pieles curtidas, duras. La traición es rastrera y se camufla en la tierra, a uno lo ataca a zarpazos, sin piedad de ningún tipo, sin reparos, sin perdón.

Esta es mi prisión. La línea invisible en el suelo amplio, el campo de fuerza en el aire, las nubes veloces en el cielo eterno, el sentimiento del forastero, la duda en el rabillo del ojo que se pierde lejísimos, buscando aquello que siento en las tripas que no está bien. No huele bien, no se siente como en casa. 

Y este lobo, que no come lo que no caza.

A lo lejos, el humo de las chimeneas en el vientre seguro y bullicioso me recuerda del sentido de esta cuerda floja, de su motivo. Con la perspectiva sobria casi cualquier cosa, casi cualquier sentimiento, recuerdo, idea, añoranza o etcétera se sumerge y se pinta con los colores del tinte nostálgico que todo lo legitima.

El comienzo del Apocalipsis, el punta pie inicial del final, el dedo que aprieta el gatillo, el instante del contacto del plomo con la piel, milimétrico; todo, absolutamente todo puede, desde ella, existir lejísimos de la tolerante dicotomía. Caótico y feliz.

A este lugar no viene nadie. Aquí no se acercan ni la compasión de cien mil ángeles, ni la conveniencia de las hienas. A este lugar uno viene sólo.

Y se va con uno.

viernes, 28 de marzo de 2008

Voy a quedarme dormido en tu cintura

Al intento que asistimos de racionalizarnos la pasión, a ese ya no volveremos. La locura feliz será nuestro hogar, de puertas abiertas, de fuertes corrientes, de olor a verano en cualquier estación. El sol no se irá nunca de nuestras pieles, de tus ojos, de tu pelo. De mi carne.

Este momento es precioso. Vos, una gema.

Las notas más dulces de las canciones que me sacuden se acercan a lo que sos vos. Eso en días como los de hoy, con noches como las de ayer, no sólo no es poca cosa, sino que es más que todo. Porque lo es.

Hay momentos que son tus ojos, tus ganas de morirte de risa de mi, de todo, de hacerme preguntas que rompen todo, de disfrutarme de maneras que nunca podré disfrutar nada; un vaso de agua helada, un sol naranja, un beso; hasta un adiós. Nada. Tiene que ver con el Sentido, con la fuerza que hace mover las cosas y convertirlas en algo más elevado.

Cuando los reconozco, cuando me encuentro en ellos, absorto, siento el galope en el pecho, la tibieza en la nuca, la electricidad en la espina. Me hincho.

Absoluto, me convierto en La Simpleza, me elevo y floto, el mundo es más liviano y gira en cámara lenta; lo veo, lo aprecio, lo aprehendo y mis ojos se resetean. Reset. Re-Set. En esos momentos su Belleza es cierta y humilde; original, antigua. La del mundo, y la de mis ojos.

Gracias por la frescura. Y por los tuyos, otra vez.

Es como tener 4 años de nuevo, como la luz que atravesaba las cortinas beige de los otoños de mis 4 años en el Parque Rodó. Esa luz que un día te voy a mostrar, que no es blanca ni amarilla. Que es como un abrigo.

Como tu abrazo. Como vos.

miércoles, 26 de marzo de 2008

Cosas viejas. Cosa vieja.

¿Será que realmente no queda otra? ¿Habré estado luchando contra molinos de viento? Yo no lo puedo creer.

No le creo al cuerpo. No le creo al espejo. No les creo nada; no puedo creerles. No les puedo creer...

Tantas preguntas. Tantas notas. Tantas combinaciones. Disculpen si me mareo un poco, es mucha vuelta para un sólo corazón. Como cuando el aire es demasiado y me ahogo y necesito dosificarlo; no porque no sea hermosa la sensación de la abundancia, pero sólo por no morirme, porque me necesito no muerto.

Para hacerlo otra vez.

Debo aprender acerca del encanto de lo histórico; ese que hace a un libro viejo tener más historias que el mismo libro, pero nuevo. El encanto de un disco gastado, que cantó más. Que gestó más danzas, inclinó más vasos, dio más vueltas, hizo roncas más voces; piano de vieja madera y teclas amarillas, canta para mi. Hazme girar.

¿Cómo reconocerme en medio de la Quijotada? ¿Cuál es el plan de esta felicidad tan efímera? Tan volátil, tan alcohólica. ¿Qué clase de hombre quieres hacer de mi?

Si aunque lo intente y haga mi esfuerzo más ingenuo, una vez embadurnado con la dulce gloria de la adolescencia, inmerso en la borrachera de la irresponsabilidad, bailando con la serendipia como un niño con la luna y su cordel... ¿cómo, realmente, reconocerme en falta con mi esencia?

Yo estaba convencido de que era ella misma mi esencia; bucanera, errante, atrevida, irreverente Peter Pan. Convencido en mente, cuerpo, alma y corazón. Y no quiero abandonar esa sensación. ¿Será de alternarla con alguna otra más adulta? Qué sueño, qué aburrido. ¿Será de engordar la panza de mi niñez caprichosa y volverla calva y sedentaria?

Debería escuchar más. Realmente escuchar más. Si es, además, lo que más me gusta. Definitivamente.

Estoy sólo descansando. "And if my thought-dreams could be seen / They'd probably put my head in a guillotine / But it's alright, Ma, it's life, and life only."

Thank you again, Bob.

martes, 25 de marzo de 2008

Por puro placer

Porque si, por el ejercicio nomás. Por pasar a saludar, por el arte de mover el aire de manera gentil, por el gusto de la fonía grata como grata es la miel fresca;  a ver cómo andabas. Porque tengo ganas y es mío.

Paso, reviso, saludo, pregunto que en qué andan?, que tanto tiempo. A ver si quedó algo sano, algo intacto. Lo escombros los esquivo con indiferencia, ya no son cosas, son nada, sólo son pedazos que valen menos que cero. Obstáculos inútiles, fáciles de esquivar; de burlar, si.

El recuento de los muertos es mera matemática, estadística, si se quiere. Uno más, uno menos, el reflejo de un mayor o menor éxito en la empresa foránea. Son sólo cuerpos, ya no personas.

Miles de mensajes, de inquietudes, de preguntas. Poco que responder. Mi paz, por favor, la estás pisando. Te animas a... gracias.

Un balsero esperando a cuál puerto, y que cuándo, que empieza a picar el hambre, a curtir el frío, que ya no somos los que éramos al zarpar. Y el temor de la frontera. Del rechazo. Hay que ser rápido como una gacela, sinuoso, sensual, sino erótico; la clave siempre ha sido convertirse en el deseado.

Mantenerse ahí. No perder el encanto. Aquello del equilibro. Palabras vagas.

Darle orden a las palabras tristes es más difícil que desordenarlas, o que ordenar las alegres, no por eso es un arte menos bello, delicado. Preciso.

Quizás parta hacia el oeste. Donde las sombras son más largas, el whiskey más abundante, el agua más preciada. Los tiros más certeros. La venganza más absoluta. El silencio sepulcral. Un sólo compañero, infalible. 

Siempre puedo regresar. El día perfilaba como determinante, mas no ha sido otra cosa que tedioso, largo en vano; demasiado varonil. El virus de la expectativa me ha cacheteado nuevamente: "este es mi hogar, forastero, fuera de mi propiedad", me ha gritado en la cara, apuntándome con su dedo fofo y lleno de secretos. Otra vez.

Ahora sólo quiero dormir, descansar en tu cintura; la necesito. Allí la vida es dulce, la muerte un chiste. Y si no despierto jamás, a lo mejor resulta mejor así.

Susúrrame, por favor, aquello que hace temblar mi fibra, las palabras que me regalas que hierven mi sangre.

Dímelo despacito, al oído. Por favor.

miércoles, 19 de marzo de 2008

Today

"Un hombre escribe para expulsar el veneno que ha acumulado debido a su estilo de vida falso. Está intentando recapturar su inocencia, pero todo lo que logra hacer (escribiendo) es inocular el mundo con un virus de su desilusión. Ningún hombre pondría una sola palabra en un papel si tuviera el coraje de vivir aquello en lo que creía".

- H. V. M., que es Henry Valentine Miller.

Nada. Eso.

Gracias, claro.

viernes, 14 de marzo de 2008

Veneno

Me muerdo la lengua y me muero, seguro. Me intoxico del asco, no extirpo la célula enferma, está todita tomada y ya no hay vuelta atrás, ni hacia ningún lado; pronóstico reservado. Información confidencial, sólo para tus ojos. No estás preparado, ni cerca, boy.

"You can´t handle the truth". Lo sentimos mucho, hicimos todo lo posible. Ahora se lo devolvemos, tieso, pero. Firme por aquí por favor; gracias y que tenga un buen día. "Un buen día". ¿A quién se le ocurre?

Palabras para las sensaciones negras, hediondas; el asco es atroz. La nausea. "La nausée". La angustia existencial. ¿900 pesos por sesión? Sos un hijo de puta, te crees que sos Freud.

El experimento, y luego la nada. Esperar. El proceso tiene que ser, hacerse y reflejar su empíria.

Hay muchísimas palabras que deberían existir, otras tantas que recibir un prolijo tatequieto. Un buen revés. Pero algunas, si puedo pronunciarlas, si refieren a cosas, deberían existir; de hecho nacen en cuanto las condeno a adjetivar, a nominar, a sentenciar.

Nacen deformes, y como los hijos bastardos de las cosas que nadie quiere decir, contienen en su gen el código que es base de todo, el código del génesis, genético. Si axis es ribonucleico, su vena es circunstancial, túneles, solamente, para las aguas servidas que lo nutren. El alma cloacal, circuncidada. 

Observen al deforme, aprehéndanlo, en su inmundicia está ese gen. El cretino contiene el asco de la honestidad, de su brutalidad, si. Desde ya. 

Mas es el horror lo único puro. AK-47. Raskolnikovaia, y salud para todos.

Necesitaba algo como esto; una dosis.

¿Fuego?

Gracias.

martes, 11 de marzo de 2008

Shh...

Agazapada espera la bestia. Cuando hambrienta intensa en la tensión fértil de la caza, cuando herida disminuida con el miedo en la piel, en la vena, en el rincón donde se administra el sudor. Contraída, protegiéndose, cuidándose, por una vez. El rabillo del ojo se vuelve protagonista; mariscal en el campo de la batalla definitiva.

Así como la bestia es que me encuentran los días también a mi, agazapado, así; con la emoción pendular, esperando el momento justo, el preciso y adecuado. El que tiene que ser. 

Me aferro a la molleja fundamental con la devoción y la confianza que el niño a la mano de su madre; no la dejaré morir, no la dejaré atrofiarse. No puedo dejar que desaparezca en cuanto pretenda mantener la Esencia. No cerraré el portón de este patio al que salgo y juego como el niño que nunca abandonaré.

Cuando llegue ese momento, como una revelación, lo sabré; me daré cuenta, y se que lo se sólo porque quité los tapones de los oídos de mi corazón.

Abierto, él respira, relincha y galopa bravo hacia la gema. Cuando a ella haya llegado, cuando la alcance la contendrá, la cuidará celosamente; será aquella la que lo ale, la que lo eleve en su esencia de ser vivo a ser absoluto. De alucinante a fundamental. Ella, su detalle fundamental, lo convertirá en enorme. En Mejor.

Es cierto, si, estoy esperando. Espero. Quizás hasta haya decidido cuidarme, resguardarme a la sombra, guardarme un poco y darme al oficio del espectador; del que observa, mas no del que flota en expectativas ajenas. 

La ansiedad de la inmediatez es una cicatriz, una herida, nada más. Una página amarilla en el diario evidente de mi pasado. Pero no, no me he ido. 

No aun.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Last word spoken

El abismo del nunca más. Cuando lo último que escuchas es lo último que tengo para decir. Cuando el adiós se convierte en irrefutable, cuando embandera la crudeza del hasta nunca; al menos del ya no más. Cuando nos pasamos la factura del final, la cuenta por favor. Cuando lo que alguna vez fue depende ya de la casualidad y su cinismo; y ni así aun.

Jamás nos hubiéramos dado cuenta del desorden en el que vivimos el tiempo que vivimos, no si el final no nos hubiera puesto a hacer las valijas. A vaciar los cajones, a cambiar las sábanas, a buscar pasajes; nuevas moradas. Esto es sólo para vos.

"Your eyes are filled with sorrow. Hey, that´s no way to say goodbye." Gracias Leonard "fuckin' Einstein" Cohen.

¿Alguien vio el manual? Alguna idea, noción o directiva de cómo se hace esto de arrancar la raíz, de llevar el timón de la ejecución, cantar la voz de fuego. ¿Cómo se hace para que la boca hable lo que el corazón grita? ¿Cómo se hace para matar?

Nada alcanza, nunca nada será suficiente; de esta manera es que el silencio, por ser el cómplice más fiel de la ausencia, será la opción. La lágrima sin llanto. Mañana sin ti. Sidekicks.

¿Planes? Al tiempo me doy, me entrego a su cicatriz. De la manera que la tierra y sus siglos con el paso de las estaciones, volveré fértil. Las heridas en la panza necesitan tiempo para curar.

En la fibra: tenderness. Grief. Corteza y carne dura; ya llegará el sol a entibiarla nuevamente, en primavera. Necesito que no deje de bombear.

Todo estará en orden.

viernes, 29 de febrero de 2008

Cada 4 años viene un 29 a febrero

Hoy estuve revisando el cajón de mi pasado, los viejos recortes de las cosas que un día fui. Con relativa satisfacción, mas aun entendiendo que el orgullo en esto tiene muy poco que ver, me convido hoy con la posibilidad de ser por un ratito el que entonces.

Cuando tenía 22.

- DE LOS AMANTES

Reapareces en mis fantasías amorosas, jamás sexuales; hacemos el amor. La ternura, inconmensurable, no cede terreno a la carne. Celosa de nuestros genitales nos avoca a perdernos en nuestras pupilas que, borrachas, recorren nuestras caras; pómulos, labios, lóbulos, labios. Y tu cuello...

Nos contenemos el uno al otro, sólo porque si. Por carencia mutua, por deseo mutuo.

Ya nadie tocará jamás nuestros cuerpos como esta noche los tocamos nosotros, tu a mi, yo a ti. Ya nadie será tan dueño de nuestra piel, de nuestros valles y colinas, como esta madrugada lo somos el uno de las del otro. Nuestros piernas se abrazan, se anudan, y nuestras cinturas, que bailan algún waltz vienés.

Cuando cerrás los ojos me matás, mas no muero ni un instante de esta sobredosis de vida; no te vas ni por un segundo, siempre allí, descansas. Me gano la enorme responsabilidad de amparar tu descanso en mi pecho, y la tomo, gozoso de cuidarte, esta noche, en mis brazos. Tu mano sólo se mueve para acariciar la mía. Y mi mano disfruta, aunque asustada. Sabe que la luz de la mañana nos convidará con pudor y será entonces de asesinar el miedo. Porque todo vale, porque jamás es sexo. Y entonces nuestros dedos también comienzan a hacerse el amor.

Tu pelo me mata de la misma manera que el ensayo de tu ausencia que me hacen tus ojos, me sigo perdiendo en él. Tus labios vuelven a invitarme con el sabor de la lujuria que, hoy, no acepto. Me dedico a besarlos. Nada más; es todo.

No puedo evitar decir "te amo", y sabes que en cualquier momento me voy a ir, que siempre me vuelvo a ir. Me voy con mi fantasía colmada, me voy a extrañarte, a que me duelas. Y a dolerte. Esas cosas que no salen tan bien cuando estamos tan cerca. Me voy a que quieras que vuelvas, pero sin llamarme; jamás. Me voy para volver a darme cuenta de que no existe nadie como tu. Y de que somos el uno para el otro, perfectos, en dulce armonía.

Hasta ese momento en que regrese; como esta noche, en la que descanso en ti.

- SANTOS Y CRISTOS

Harto y cansado de buscar, caminar y transitar siempre el mismo camino, el camino más seguro. El camino que exige pensar, planear, diseñar, asesinar espontaneidad. Asesinarla deliberadamente, conscientemente. El menos adolescente. El que somos programados para buscar y transitar. Para eso debemos madurar y aceptar nuestras responsabilidades de adulto; sin patalear, eso es inmaduro. E inseguro.

Trajes, corbatas, horarios, caras serias, apagadas. Cuellos apretados, almidonados, insípidos, mañanas de afeitadora, axilas transpiradas en camisas de acrocel. Y el cuerpo aguantando, inconsciente, cual mula de carga; y la psique cargándose. Para explotar en noches de alcohol y drogas a escondidas, en noches de sexo sucio y apurado. Noches de gritos, de cólera, de risas fuertes, falsas, de explosión sin llanto. Noches de más alcohol y más drogas. De odio. Borracheras y resacas. Una noche de borrachera, seis días de resaca. Para explotar en baldes de mierda y de mentira. Terapia del mediocre. Humanidad letal.

La misma silla frente al mismo monitor. Todos los putos días. El mismo trayecto en el mismo ómnibus, con los mismos infelices y sus caras de infelicidad; el mismo desayuno de todas las mañanas, a la misma hora; la misma mujer para el mismo sexo de todas las noches, iguales; las mismas fantasías para masturbarse. Movimientos de memoria que cuadran a la perfección. Todo se encuentra en su lugar. Incómoda armonía.

La misma ventana con el día más increíble afuera. Afuera de las ocho horas de todos los días. A un costado, lejos, del puto camino en cuestión. Harto. Harto del calor de afuera, del ruido del ordenador. Del mismo camino seguro, otra vez. El que nos alimentará el cuerpo, basura; el que nos dejará el alma desnutrida, muerta y seca. Hedionda.

¿Y qué de todos mis sueños de niño? De adolescente inquieto, soñador, incurable, incansable. ¿Y qué de mis ganas de antes contra las de los demás? Mis ganas sin experiencia, pero ¡con cuántas ganas! Las suyas con cicatrices, represivas y dictadoras; seguras. ¿Y qué de mis ganas de amar, de llorar, de reír, de asustarme? ¿Y qué de mis ganas de amarte?

El camino seguro de los santos y cristos. Putos santos y cristos. Y puto su paraíso seguro.

Y de la nada, y de golpe, llega aquella y empieza a hacer de las suyas. Cagadas. Death comes ripping. Una milésima de segundo, y en ella, un millón de pensamientos. Del otro camino, el otro desayuno y las otras mujeres. De las caricias sin sexo, las noches de alcohol sin odio y sin resacas. De todo lo que podría haber sido, todo lo que había en los otros caminos. De un alma con un dejo de vida, uno que no haya sido extinta del todo y siga quemando, un poco.

Una milésima de segundo sin túnel y sin luz en su final, sin dolor, sólo con angustia. Angustia del otro camino. Del que no transitan los santos y los cristos. Angustia que no sienten los que mueren de felicidad. Sin caminos ni planes, ni horarios ni cuellos, ni responsabilidades extranjeras ni mañanas de afeitadora. La angustia que no sienten los que mueren con la felicidad de haber vivido.

Y entonces, ¿qué de los santos y los cristos y su puto camino seguro?


No se qué tan lejos estaré hoy de aquel que fui. Pura curiosidad, pues tampoco es demasiado importante. Mañana mismo marzo volverá a ubicar todo en su lugar, en la cómoda normalidad.

Si se que tu estás muy, muy lejos. Insoportablemente lejos de mi hoy.

martes, 26 de febrero de 2008

Esto de no estar tan cerca

Que tiene que ver con dar algunas cosas por sentado, con no darles la importancia de festejarlas cada día, cada vez más. Que tiene que ver con cada vez que son dos los que se dicen, "no importa, nos vemos mañana"; y mañana nos vemos, pero no deja por eso de importar. 

Que tiene que ver con volverse viejo, con que ya no tengo 22.

Con la forma ciega de confiar en el guarro sentido de la obviedad que "mañana" nos viene regalando y enseñando desde siempre, sin importarle que el día que más nos importa no es un buen día para dejarnos solos; que no es un día cualquiera.

Esto de firmar sin leer la letra chica, de declarar sin la presencia de mi abogado.

Esto de que la incertidumbre sea un estilo de vida. Una empresa del no morir, una terca escuela que me enseña que extrañarte no está tan mal; que no me va a matar aunque duela como casi nada nunca ha dolido. Como nada, nunca.

Esto de necesitar irme, este inquieto corazón, estos ojos hormonales. Las manos desesperadas de la sed insaciable del mundo inabarcable; las lecciones absolutas en el fondo de cada vaso vacío. Los amigos desconocidos. Las bocas del peligro.

Este cómo explicarme para entenderme que el péndulo no es un mal barco para navegar este mar, tan inquieto, tan enorme. Si el mar es de dudas mi rumbo será entonces incierto.

Estas noches, estas horas, estas gotas y esta tos. Estos kilómetros, estas notas, estas palabras, estas mañanas mecánicas. Este aire que se mueve tonto y sin rumbo, que me baña de nostalgia; estas lágrimas, esta cuenta regresiva. Esta ruta desorientada que no sabe a dónde me lleva, a dónde llevarme.

Estos brazos que te buscan. Este necio calcular, obstinado y perdedor.

Estas ganas de volver.

martes, 19 de febrero de 2008

Revisited

Los lunes ya no habrá más laboratorio.

Algunos tipos de sentencias son mucho más asesinas que la muerte misma, que su guarangada, su falta de pudor y su terca desnudez. Porque, a quién puede molestarle ser decapitado, por ejemplo, cuando una sencilla amputación de tus palabras es mucho más dolorosa; por perpetua, por eterna, profunda, estúpida, necia y burlona. Por quemar como quema el azufre de tu "no" en mis heridas abiertas.

Así, los lunes han perdido el poco sentido que el sólo hecho de no ser domingos les otorgaba. Ellos lo exhibían gloriosos, a su sentido, pero ya ni eso les queda; no les queda ni el laboratorio.

Las trampas al solitario operan como boomerangs, en el medio del festejo apasionado a uno lo desnucan. Las fotografías como lavajes repentinos de buen momento, eso que a uno lo pone a vibrar adentro de las venas, los generadores de los instantes en que de hecho sentimos la sangre calentarse, el aire que no alcanza, la espalda sudar, los pelos erizarse; el génesis de la angustia.

Sólo tu palabra correcta que todo lo cura puede acudir al rescate de la cordura media, mediana. Meridional. Con dos letras le das sentido al día. Como J. R., yo tampoco puedo superar tus ojos, los veo en todas partes.

Lo más difícil es no desesperarse; lo imposible, de hecho, es no desesperarse. Controlar la bestia desbocada, sino domarla, la que late en el pecho, que patea duro y certero, que se pierde y relincha temerosa pero valiente y desafiante en la urgencia de la química del cerebro. La impotencia de no saber si tu también estás pensando en mi. El teléfono que suena, el que no atiendes.

No lloro la muerte porque celebro la vida, la predominancia de los instantes, por instantáneos que quieran imponerse. No lloro la muerte porque nada ha muerto.

Es sólo que no escuché la voz de "alto". Estaba, obviamente, felizmente, distraído con tu boca.

¿Cómo lo haces tú? ¿Cómo haces para parecer un accidente que quiero cruzarme en cada esquina?

viernes, 15 de febrero de 2008

El cartel de "Pare", me lo comí

Son como las mil y media. ¿Dónde estás?

Me niego a cerrar estas páginas, a no abrirlas nunca más. Me niego rotundamente a decirte que no. No siempre me ha tocado ser el que dice adiós, el que se va, aunque en los últimos tiempos si he sido en repetidas oportunidades el que da la vuelta y pierde su espalda a lo lejos, en lo lejos; sin embargo sigo sin aprender a decir adiós.

Terminaré algo el día en que me termine, pero no pienso perfeccionarme antes de exhalar mi última sonrisa en aquel, el macabro arte de la despedida; por lo menos no por ahora. 

Justo ahora no.

Bobby Bare, un placer, me dice que es bueno tocar el verde, verde, verde pasto de casa. Y tiene razón. Lo extraño al verde, verde, verde pasto de casa, green, green, green; y a todas las cosas que me gustan y trascienden la flaqueza de lo prescindible: el horizonte, el viento que viene del agua, las calles del delito, el sol que viene y se va por donde tiene que venir e irse (¿a quién se le ocurre esconderse atrás de una montaña?).

Mis puntos cardinales preparan, apuntan y fuego. Dependo de la brújula de mi corazón, ahora lo se. Puedo, si, vivir sin ella, pero, lógicamente, perdido.

El otoño se acerca despacito. Sus luces amarillas, oblicuas, empiezan a bañar la cavidad que otrora hube entregádote. La tiñen de tibieza, le suspiran hojas quebrándose contra el suelo, como los pétalos de un verano que se seca, inevitablemente. El primero.

Opto por zambullirme al invierno, allí es donde añoro pertenecer. No pienso combatirlo, lo haré mío. A fuerza de abrazos y de humo blanco, pipa y paz, el frío me curtirá y se convertirá en calor de fuego, luz amarilla; womb.

El Montevideo cálido de estas fechas queda todo en tus delicadas manos. Mi cuerpo está hoy muy lejos, y los últimos días del calor de manual siempre es bueno aprovecharlos; nunca se sabe cuánto habrá que esperar para que las nubes conviden un generoso rayo de Rey que de lumbre a nuestra madriguera. Mas, de nuevo, frío no tendremos; no será él quien venga a golpear la puerta que nos abrigue.

No tengo noticias tuyas, pero sé como estás. Musical. Entera, hermosa. Invencible. Tuya. ¿Noticias mías? Llegarán cuando las estrellas dibujen nuevas constelaciones en el negro lienzo en que nos hemos buscado miles de noches, y con ellas, llegaré yo. O si antes atiendes mis aullidos, el terciopelo de mi lengua lamiendo las heridas.

Navega, navegante, síguelas hacia donde te lleven. Ellas son sabias y brillantes; sail on.

∫.

jueves, 14 de febrero de 2008

Retazo de una bitácora

"Miércoles 27 de junio, 2007; 16:00hs.

Anoche sobre las 23:00 llegué a Almería luego de dos días en Mojacar, dos días de agua, arena y sol. Básicos. Mojacar tiene forma de eso que quiero para mis últimos días. Palmeras que dan sombra y siestas deliciosas. No escribí porque morí inmediatamente en la cama. El sol y el agua cansan de una forma hermosa, parecida al sexo de horas, espasmódico.

Ahora estoy en un tren, un tren geriátrico. No abrí la boca en todo el viaje, salvo para comer mi desayuno a las 7:40. En tres horas me espera Mauro en Barcelona; en este preciso momento voy entre rocas y por encima, literalmente, del agua azul turquesa estúpidamente azul turquesa del Mar Mediterráneo. El cielo es un espejo.

Hasta ahora esto es alucinante. Es mucha cosa junta y ya asimilaré todo, o lo que pueda o sea necesario. Por lo pronto estoy real, física y mentalmente descansando, y esa sola sensación basta para alegrarme.

Voy miles de kilómetros recorridos. Creo que de alguna manera recorrer kilómetros es un buen baño para alguna parte muy importante de uno, una que solemos descuidar quedándonos quietos, mucho tiempo en el mismo lugar.

Quizás un día pueda comprender la importancia de la diferencia entre estar tranquilo y estar quieto. Eso espero. Por ahora, moverme me ayuda.

Este viaje pone muchas cosas en perspectiva. Quizás sea la relatividad en cuanto a lo cercano y lo lejano que adquieren muchas cosas, muchas personas. Ideas.

Mi vida puede estar a punto de tomar un giro bastante demencial, o por lo menos rumbearse determinantemente. Quiero hacerlo. Es algo que quiero hacer y que quiero disfrutar. Moverme ayuda. Este viaje me ayuda. Pero sólo me ayuda, porque pase lo que pase o deje de pasar va a depender sólo de mi. Y es algo que quiero disfrutar".

Acabo de encontrar eso. Estaba anotado donde lo dejé, en la pequeña libretita que la persona del corazón noble me regaló, y que ofició de diario/bitácora/compañero de viaje. 

Poco podía yo suponer que en esa Barcelona conocería a la mismísima luna rosada, la de Nick Drake, que dejaría atrás un París enfermo con el síndrome de la expectativa y un Morrison que no se despierta a recibir a las visitas; que Amsterdam o Dublín se convertirían en nuevos horizontes. Poco sabía, realmente, de los amigos que me acogieron, de los ojos sinceros, los oídos atentos que me recibieron detrás de cada puerta, en la vereda de en frente de la mesa de cada bar. 

A miles de kilómetros, a cientos de días, haciendo las paces con el almanaque, en medio de una tregua entre la pasión y la irrefutabilidad del tiempo, hoy, me encuentro en el mismo lugar. En el asiento de ese tren que me lleva a toda velocidad, de espaldas, a otro lugar. 

Viejos amigos, nuevos horizontes. Quién sabe. 

¿Quién necesita saber?

miércoles, 13 de febrero de 2008

Slipping Away

Los días caen como moscas muertas, ya nadie los quiere; ciertamente no yo.

Stand by. Vacíos y eternos.

No es mi primera cuenta regresiva, es la más dulce.

Vuelvo. Espero llegar a tiempo.

"Je pense à toi tous le temps". Gracias Anäis.

jueves, 7 de febrero de 2008

Anoche, otra vez

De camino a casa voy alegre sin motivo aparente, algunas personas me miran y envidian mi soltura, mi despreocupación. Todos te sospechan esperándome y entonces odian sus rutinas. Yo no hago ningún esfuerzo por ocultar mi levedad, la felicidad de ir caminando por la calle rumbo a ti.

Compro vino y comida porque esta noche celebraremos. Se que me esperas descalza y con poca ropa, en la ventana, susurrando una canción en el francés más dulce que tus labios pronuncian; y eso es toda la miel.

Me recibes, me abrazas y me pierdo en tu aroma, fragancia del deseo, el mundo se detiene, se seca y se marchita, pasan mil millones de años y vuelve a brotar la primer semilla del Nuevo Orden en el momento que terminas de pronunciar "te estaba esperando" en mi oído, y me vuelves a regalar los colores de tus ojos.

Te beso. Te mueres.

Así, muertos felices, ambos, bailamos, porque te tomo de la cintura y te pongo a girar conmigo, y tu sonríes y yo no puedo creerlo. Festejas conmigo aunque no sabes qué ni porqué, y bebemos el vino que es rojo y es rubí y como comida que es manjares y delicias exóticas de tus manos generosas. 

El vino nos emborracha, la comida nos alimenta el corazón que ya es uno sólo y nuestros vientres se pegan, desnudos, sin ropa, con calor y mucha agua. Y nos reímos a carcajadas porque nuestros pulmones están llenos de ese corazón vivo, y en ellos no hay lugar para la ira.

Tu cara es lo más hermoso que existe en el mundo.

La casa es una fiesta, la cama es un banquete; el motivo nunca lo averiguaremos porque no nos importa, nunca nos importó. Nuestros cuerpos son uno en humedad, tenemos el sexo más tierno del mundo, recorro tu piel íntima con la plenitud de mi humanidad y ardemos de calor, de fuego, de fricción.

Nos dormimos sin soltarnos; sin pensarlo.

Los rayos de la luz del día ya no nos duelen, ya no molestan. Sólo entonces comprendemos que hasta ellos necesitan amarse de la forma que nosotros nos amamos...

Así es como sucede siempre, cuando sueño con nosotros.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Ad Astra

La cantidad de preguntas sigue siendo un torrente increíble, pero ya no me pasan por arriba, su fuerza no me avasalla. El flujo no ha disminuido, el caudal es realmente imponente, pero una vez encausado ya no arrasa con vehemencia. Y entonces me veo contemplándolas, haciéndonos el amor, soportándonos, elevándonos. Animándonos.

El norte tampoco ha cambiado; este no cambia. A raptos eventuales, anárquicos y caprichosos en el ritmo de la velocidad a la que a me dirijo, éste se re formula en nuevas Comprensiones; de lo que me rodea, del tiempo, del aire y del agua. De la tremenda fuerza de la tierra, de sus grietas y sus gritos ahogados. De cómo se mueve y es vida y de cómo me muevo yo con ellos.

Esto es maravilloso, el waltz de la delicia. ¿Me concede el honor de esta pieza?

Los ojos han dolido durante días, el llanto ha sido la constante y lo reconozco y asimilo como la estría del aprendizaje. Sin embargo, ese dolor ya no me hace sufrir; ya no sufro más por ti. Te disfruto y cuando te vas hasta te extraño un poquito. Lo que pasa es que creo que te entiendo, e incluso si no, se que llegará el día en que si. Sobre el manto dulce de la confianza me encuentro alimentando mi fuerza; existo en la noción de que recorro el camino que lleva hacia tu lecho. Allí, vientre, calor, seno.

Esto es Fe. 

Entre Júpiter y Apolo, en este plan no veo techo, no veo fin, no siento ciclo. Hay vacío y posibilidad, y hacia ellos voy, a la par de la construcción del presente, de su moldura. Con los puños cerrados y la tranquilidad en el semblante, me entrego, me abro, me expongo con la certeza de que el corazón es rojo y que brota, y de que eso no puede fallar.

Arriba de la parte más alta de la montaña me paro, y hacia el cielo saludo con los ojos abiertos del Amor; me emociono en la noche cuando veo las luces brillar más cerca y vivo en mi carne el fruto del sacrificio. Vivo porque siento la vibración; vivo porque siento y vibro, porque cada molécula de mi ser es la tierra, es La Estrella.

Soy su energía. Hijo.

viernes, 1 de febrero de 2008

Ahí nos vemos

Nunca entendí mucho eso de "las vueltas de la vida". Tampoco es que ahora lo tenga clarísimo, pero creo que de alguna manera y sin darme mucha cuenta ellas mismas me agarraron y, sin avisarme, entre risas y murmullos, me pusieron a girar. Tiene que haber sido eso, tiene que ser eso.

En esa centrífuga es que me he encontrado frente a un cuestionario, una hoja con una serie de preguntas, 15, para ver si califico para acceder a un puesto de trabajo. Cuál, no tiene en este momento importancia; ya ahondaré al respecto, o no.

La pregunta número dos invita a un paseo sobre una nube de la siguiente manera: "¿Cómo te ves de aquí a 10 años?"

Con más certeza que nunca la idea volvió a repiquetearme el casco. Primero fue el sonido del agua en la orilla, luego el calor del sol abrazando mi piel de 37 años un mes y tres días, en seguida llegó el viento que sin pedir permiso pero saludando con afecto trajo su olor y el del agua y su riqueza, las hojas de una palmera se movieron perezosas y el agua volvió a volver a la orilla, para volver a volver a irse y regresar más tarde.

Sol, arena y agua.

Contemplé tranquilo entre el horizonte y el amarillo casi blanco casi amarillo de la arena y estaban las cosas que tenían que estar; había música, y estabas vos.

En 10 años vayan a buscarme a la playa, tomamos algo y charlamos; voy a querer saber en qué andan.

Yo invito.

martes, 29 de enero de 2008

Hola

"Es una historia acerca de alguien que se va, tiene que decir adiós, y no sabe cómo hacerlo", nos regala el Hombre del corazón expuesto, acerca de cómo va perdiendo su delicadeza, el toque que lo hubo caracterizado. "Ain´t it funny how things happen?...just as we think we got it all straight".

No dejo de impresionarme, de encontrarme mudo boquiabierto, real, efectivamente abombado, estupefacto, anonadado y en desnuda y sincera admiración, frente a esa capacidad que carga en su esencia la inmediatez. Wow.

Cómo el vacío inmediato anda por la vida basureándonos la chance del largo plazo, aquella a la cual, incluso más probablemente que quizás, le jugaríamos la vida y pico por otro pedazo de domingo como el pedazo de aquel, por otro minuto de oscuridad que alguna noble y opulenta nube nos regale en el horizonte de una noche de diciembre. ¿Dónde estará la llave de ese otro paraíso? ¿Quién será su celoso guardián?

Así da gusto apostar, da gusto hasta perder; vivir hipotecando los frutos envenenados de una paciencia que es irónica, impaciente e impertinente, en virtud de un hueco un poquito menos inquieto en aquel, el hondísimo estómago de la incertidumbre.

Mi vieja bandera de pirata, la que hubo adornado corajudamente el mástil del corsario patrón que me vio capitán y marinero en el embravecido mar de los siete vicios, aquello de lo que se puede y lo que no en virtud de la mira telescópica-mercenaria de los demás, aquella vieja camisa que sigue sin conformarse cuando los besos no alcanzan. A ellas no las perdí, ni las pienso relegar.

Aun entre hienas y sicarios, buitres e insolentes dedos flacos acusadores, aun bajo el peso moral de la estupidez ajena, no puedo dejar de desear a mis anchas. Siempre que puedo, incluso, me esfuerzo el doble en querer no poder. 

Es una cuestión de voluntad: yo se que debería, pero no está en mis intenciones. Alma de bucanero.

No me festejo pero vivo conmigo. Existe un acuerdo recién firmado, fresco aun en pulso y tinta, que explicita una moderación en el fuego; a esta ruleta rusa juego con otras balas, y las reglas ahora las pongo yo.

Ya no tuve cuidado con nada. Bonita estrategia, ella, mi flamante economía del desastre.

viernes, 25 de enero de 2008

Aire

Y entonces, respiro. Hondo, profundo, sintiendo el oxígeno que llena mi sangre y refresca el cerebro, aun sin encontrar remedio para la candidez del corazón, entro en un brevísimo recreo. Freno un poco y las perspectivas pierden ese efecto que toma todo cuando uno va a mil por hora, que es demasiado rápido hasta para ir rápido.

Han sido días que, para mi grata sorpresa, he estado más tranquilo.

Me acuesto y me duermo, me despierto y me levanto con la sensación templada, con el instinto en el pleno proceso de retomar el coraje, de volverse hermoso y retornándome a mi; sediento de belleza, de luz, de certezas que parecen desafíos porque son dudas hermosas con las que ya no me quiero atrever a bailar. Me atrevo, bailamos, y vaya si bailamos.

Enfrentado amablemente al planteo de que soy un obsesivo musical, no puedo sino sentirme agradecido; por el planteo en si y por los labios que me sentencian a la más feliz de las condenas. Good music is good, las verdades son absolutas, y si las combinamos sólo tenemos corazón, tenemos fibra, lágrima y piel. "La canción quiere"; y siempre porfía.

Del aplauso sordo no me quiero ir. El equilibrio que exige ese amor que es incondicional por imposible es hermosamente agotador; inabarcable, es un placer perderse en su violencia.

Aquí no hay mensajes ocultos, no hay códigos encriptados; palabras secretas. Aquí sólo dice que eres todo. Lo dice claro y fuerte, fuerte como con vigor. 

Esto no se muere y tampoco voy a matarlo, así que supongo que seguirá vivo. Y la tormenta, de tanto esperarla, finalmente llegará. Hasta entonces seguirás bailando conmigo, con mis dudas hermosas, las certezas desafiantes y las hojas en el pasto del parque.

Y ese día, cuando ella llegue, festejaré.

miércoles, 23 de enero de 2008

De mi, para ti

Hoy Tequila hubiera cumplido 15 años. Hoy 23 de enero, hubiera cumplido 15. Siempre me gustó mucho que mi perro cumpliera años en la mejor parte del verano. Igual que siempre me gustaron mucho el resto de sus cosas.

Vivió conmigo 13 años, en casa, conmigo y todos los que allí están y por allí pasaron. Murió un domingo de sol de invierno, el domingo 13 de agosto más triste e injusto de la historia de los domingos y de los días en general. Era de mañana y en los ojos Tequila tenía el miedo y el cansancio; si hubiera podido pedir una sola cosa en el universo yo se (lo se) que hubiera pedido poder hablar y decirme con el hocico, como me decía con los ojos, "tengo miedo, ¿qué me pasa? Ayudame".

Fue todo muy rápido. "Vamos a dormir Tequi, vamos a dormir", con mi mano en su cara y las lágrimas en la mía, fue lo último que escuchó de mi boca mientras la droga le apagaba la vida de la cola que nunca antes había dejado quieta.

Es que cuando Tequila se despertaba, por ejemplo, movía la cola antes de abrir los ojos, era una fábrica de alegría ese perro. Lamento tener que extrañarlo tanto para poder darme cuenta de eso, pero no es algo que me torture. Cuando algo se va, cuando algo así de importante se termina, supongo será legítimo eso de sentir que no alcanzó, la sensación de que no fue suficiente; ni el tiempo, ni el cariño, ni los momentos. Ni nada. Ni la vida.

Ese domingo, después de cancelar el ensayo, me pasé con "Long as can see the light" en la cabeza, con el saxofón como una cuchara herrumbrada en una especie de rasqueteo emocional vaciando un frasco tonto que por paredes tenía los límites de mi cuerpo. De a poco me hacía ir quemando la idea de no ver más al perro en casa, me agotó y dormí tristísimo toda la noche.

El lunes no existió hasta las 7 de la tarde en que, en una de las zancadillas emocionales más grandes que me hice en mi vida, cuando abrí la puerta de casa al volver de trabajar, esperaba (juro que lo esperaba), menos que más consciente, escuchar las uñas del perro contra la baldosa, la boca abierta con la lengua feliz, la cola a mil por hora; y no escuché nada. El perro no vino a recibirme y la cocina estaba llena de su ausencia.

El jueves llegó la ira. Me enojé conmigo, con todo y con todos; hasta con la música. Y escribí esto:

"Hoy empieza el momento de la ira. El calor del sol, el lubricante en el cerebro, vodka, la tarde aburrida del invierno, irritada, exige primavera; se dibuja el momento perfecto como tantas veces se me ha dibujado ya. Pero esta vez es diferente. El dolor me vuelve a tomar por sorpresa y hoy es el primer día que se manifiesta con forma de ira. El dolor se manifiesta con forma de ausencia.

Caigo en el precipicio de la duda proyectada hacia la ingenuidad, hacia la impotencia del pasado, del "qué hubiera sido si...", y el perro se hubiera muerto igual. Tequila se hubiera ido igual. Qué importa nada; maldito el instante de la asunción del compromiso emocional con la vida, con lo perecedero.

Me enoja sentir enojo. Me enoja la evidente infantilidad de esta sensación; y su legitimidad. Me enojan los siglos de psicoanálisis, la racionalización del dolor, de la alegría, del miedo, de la ausencia, la futilidad de la academia; no quiero comprender un vínculo, necesito que la vida me rebase, al menos si pretende jugarme la pendejada de al final matar a quienes me puso a amar.

Estoy evidentemente, claramente enojado con tanta contradicción, con esta sala de espera en la que inevitablemente forjamos vínculos, a calor de fuego, a rojo vivo.

Mierda con la música, el sol, la tarde y su calor de invierno. Mierda con todo. Malditos sean todos esos buenos momentos en que juré no te iba a extrañar, en que jugué a comprender la naturalidad del ciclo. Estoy tan lleno de odio que creo que me voy a enfermar. Lo se. Necesito evacuar, necesito rendirte algún tipo de culto, necesito sentir que me entendés, Tequila, que me escuchás. Necesito llegar a casa y que vengas moviendo la cola. Por favor. Necesito que me digas que todo está bien, que estás bien."

Hoy hubieras cumplido 15 años, Tequila. Y como todos los 23 de enero, los 17 de setiembre, 28 de marzo o 6 de junio, me hubieras mirado, te me hubieras acercado y no me hubieras pedido absolutamente nada a cambio del amor que te desbordaba del corazón.

Yo te hubiera acariciado como todos los días, y mientras me mirabas con tu cara de perro bueno, te hubiera dicho: "¿Cómo estás Tequi? Bien, ¿verdad? Y claro, sos un perro, claro que estás bien. Feliz cumple Tequi".

Feliz cumple Tequi.