viernes, 14 de septiembre de 2012

Paciencia

Como cuando uno está esperando una noticia, que sabe cuándo va a llegar, incluso, o al menos aproximadamente. El viernes que viene o el lunes, a más tardar.

Es eso, uno sabe que va a llegar, pero no sabe qué va a llegar. Si o no será, básicamente, pero en este momento tampoco es esto, la naturaleza del resultado, lo crucial o medular o fundamental o central del asunto, este asunto.

El tiempo que pasa hasta ese momento, hasta esa noticia, hasta esa salida, hasta esa encrucijada, lo es.

Las horas, los momentos, las tardes, los lapsos superados, la cuenta regresiva larguísima. Y la impotencia, ¿verdad?

Porque contra eso… paciencia, macho, qué va cer…

Aunque uno lo intente y se lo imponga es imposible no suponer la naturaleza de la respuesta, la que uno espera. La que espero.

Y uno se proyecta en ambas, la de que si si y la de que si no. Las reacciones posibles, en uno u otro caso; la sensación inmediata, el instante en el que ocurren los movimientos, las reacciones químicas adentro del cuerpo, en el cerebro, en las tripas, en la espina, los primeros milímetros de desplazamiento terrestre con la nueva Información tras la certeza de la decisión: si, o no.

Absoluta. La decisión será absoluta y será determinante.

Y todo lo demás, también: todo lo que ella dispondrá en cuanto a acciones a tomar, consecuencias, fichas que caerán, dominó; discusiones, “cerrá la puerta”, reserva, tensión, decepción, traición, disciplina, amor, la vida misma cada día.

Las conversaciones y pasos a seguir, los nuevos aires; o los de siempre.

Yo que sé… hay de todo en esta sala de espera. Acá nos encontramos todos y medio que nos organizamos porque no es como que nos quede otra, tampoco.

Acá vienen las uñas, la panza con sus danzas, las conversaciones imaginarias, la distracción, la incertidumbre, la primera fila en el tiempo real, los límites difusos e inconexos entre el sueño y la realidad; la desazón.

El pasado también está acá.

Acá estamos todos, medio apretados por donde se nos mire, pero tolerantes, nos contenemos, porque nos pasa a todos eso mismo de reconocernos de veces anteriores y de saber, saber de verdad, que pase lo que pase va a estar todo bien, que es cuestión de obrar desde y hacia el convencimiento. De seguir haciéndolo.

Hacia la alegría.

Pero lo jodido, mismo, realmente es lo que dura el tiempo que viene desfilando en la inevitablemente lenta procesión hasta ese momento, y el que queda por pasarnos por delante, aún.

Paciencia, macho; qué va cer…