Es eso, uno sabe que va a llegar, pero no sabe qué va a
llegar. Si o no será, básicamente, pero en este momento tampoco es esto, la
naturaleza del resultado, lo crucial o medular o fundamental o central del
asunto, este asunto.
El tiempo que pasa hasta ese momento, hasta esa noticia,
hasta esa salida, hasta esa encrucijada, lo es.
Las horas, los momentos, las tardes, los lapsos
superados, la cuenta regresiva larguísima. Y la impotencia, ¿verdad?
Porque contra eso… paciencia, macho, qué va cer…
Aunque uno lo intente y se lo imponga es imposible no
suponer la naturaleza de la respuesta, la que uno espera. La que espero.
Y uno se proyecta en ambas, la de que si si y la de que si
no. Las reacciones posibles, en uno u otro caso; la sensación inmediata, el
instante en el que ocurren los movimientos, las reacciones químicas adentro del
cuerpo, en el cerebro, en las tripas, en la espina, los primeros milímetros de
desplazamiento terrestre con la nueva Información tras la certeza de la
decisión: si, o no.
Absoluta. La decisión será absoluta y será determinante.
Y todo lo demás, también: todo lo que ella dispondrá en
cuanto a acciones a tomar, consecuencias, fichas que caerán, dominó;
discusiones, “cerrá la puerta”, reserva, tensión, decepción, traición,
disciplina, amor, la vida misma cada día.
Las conversaciones y pasos a seguir, los nuevos aires; o
los de siempre.
Yo que sé… hay de todo en esta sala de espera. Acá nos
encontramos todos y medio que nos organizamos porque no es como que nos quede
otra, tampoco.
Acá vienen las uñas, la panza con sus danzas, las
conversaciones imaginarias, la distracción, la incertidumbre, la primera fila
en el tiempo real, los límites difusos e inconexos entre el sueño y la
realidad; la desazón.
El pasado también está acá.
Acá estamos todos, medio apretados por donde se nos mire,
pero tolerantes, nos contenemos, porque nos pasa a todos eso mismo de
reconocernos de veces anteriores y de saber, saber de verdad, que pase lo que
pase va a estar todo bien, que es cuestión de obrar desde y hacia el
convencimiento. De seguir haciéndolo.
Hacia la alegría.
Pero lo jodido, mismo, realmente es lo que dura el tiempo
que viene desfilando en la inevitablemente lenta procesión hasta ese momento, y
el que queda por pasarnos por delante, aún.
Paciencia, macho; qué va cer…