viernes, 8 de agosto de 2014

Después vemos; ahora no es importante

Yo no sé si lo voy a lograr, pero por esta vez lo voy a intentar, hacer las cosas de otra forma, diferente. Callarme antes de hablar. No volver a llenar el vaso, no volverlo a vaciar.

Por lo pronto dejame anotar todas estas cosas de la realidad, así luego las puedo charlar con la persona que ve más allá.

Si fueras un poco más rock star, tus pantalones podrían estallar; pero estás muy de entre casa, flaca, estás medio mal. Me gusta tu look de entre casa, me hace flashear.

En otro orden de cosas, ya que nos ponemos al día: yo no creo que vuelva a pasar; pero hay veces, como todavía no te decía, que me abrazás y nada más. Aún a kilómetros o a dos pasos, cuando no estamos más volvemos a estar. Y yo me abrazo, ese es mi lugar, aunque no vuelva nunca más

A mi no me agarra más nadie nunca más para esa. Si tiro palabras en na-na-na, apuntando al más allá. Ya sé que me vas a decir que bla-bla-bla; pero bueno, tus ojos me agarraron mal parado y caí, qué bien; que bien que me sienta caer.

Hay algunos conceptos o ideas que creo que merecen el esfuerzo ser profundizados y, así, enaltecidos. Ajusticiados, sin que tenga que correr sangre. Yo no sé cómo hacer una declaración de amor como el anillo que llevo en el dedo.

Pero prefiero ser evidente o hasta aburrido, a ser solitario de tu compañía; a estar solo. Así que acá va: te quiero, mi amor. Hasta lo peor es mejor desde que nos orbitamos.

Hoy miro fotos de aquellas mañanas.

La cara del perro gritaba un destino que el ojo del hombre prefirió ignorar. La nobleza canina nos resulta absoluta y, claro, no podemos. No somos así de puros.

Adiós perro. Los días fueron pocos y, de verdad, no sé quien sos. Pero también sé que siempre serás elevado de una forma que jamás lograremos por bípedos y no-caninos, y que quedaste ladrando en mi corazón. Eso también lo sé.

Nosotros nos vamos a ir, y no vamos a poder avisar.

En nuestros bolsillos van a quedar cosas que pusimos sin planificar. Monedas, papeles, cuentas sin pagar. Ninguna evidencia de lo gigante, de lo absoluto. Y no va a ser una pena, va a ser, sencillamente, lo que es, lo que pasa siempre. 

Entiendo que hay alguna clase de don en organizar virtudes. Lo puedo entender. Pero nada más. Nada. Más.