lunes, 23 de agosto de 2010

El orden de las palabras

Ante la positiva, contando con el aval del arte, y como cuando uno se presenta allanando el terreno y alegando la condición, "tengo amplio historial de radical", fue lo primero que hablé. Al momento de pronunciar las palabras que me sentenciaban, estrechaba su mano y clavaba mis ojos, blancos, en los suyos, helados, pero muertos de hambre.

"Tiene que ser in situ", dije tras haber escuchado el planteo, habiendo entendido el problema y estudiado, breve pero minuciosamente y para mis adentros, la única solución que vislumbré como posible.

Así que, sin perder más tiempo, hacia allí nos dirigimos, vigorosamente, cortando aire a velocidad de fuego; y no fue un viaje sencillo, créanme.

Es que ninguna montaña rusa que cabalgue así de rauda y anárquica es sencilla. Hay que ser muy valiente, pues es únicamente la forma de coraje que se aprende en el amor, y no otra, la que nutre con los esenciales y nos permite contar hoy, esta, la Historia.

Pero por encima de todas las cosas es imprescindible tener el cuerpo preparado. El físico apto, la musculatura ágil y fuerte.

Hay que Ser; uno que sea a prueba de balas, íntegro en el esqueleto y la complexión, de manera de, al arribo, lamer la menor cantidad de heridas posibles.

De cualquier manera, en lo que a lo emocional refiere, olvídenlo; no hay chances.

En el camino / avalancha, nuestros ojos / radares, desarrollaron nuevas órbitas, amplísimas, y no nos perdimos de vista ni por un segundo. Fue muy poco lo que hablamos y casi no nos auto referenciamos, incluso.

Sí, nos preguntamos un par de veces si estábamos bien, mutuamente, si seguíamos ahí, en momentos en que el silencio amenazaba separarnos. Una sola vez, incluso, nos dijimos que de ser estrictamente necesario recorrer este camino (como lo era, de hecho), seguro que la mejor forma de hacerlo era así, sabiendo de la relativa proximidad del otro.

A la llegada, luego de evaluar los daños y reírnos de los raspones, lo primero fue un pacto con el orden superior y con sus fuerzas. Ellos accedieron a nuestros reclamos y pedidos y, entonces, gracias a lo dispuesto, el viento seguirá soplando a nuestro favor.

Nosotros accedimos a seguir aquí, a no abandonar la empresa. A seguir ordenando una palabra antes que la siguiente, pero, siempre, siempre, luego de la anterior.

Considero que es, sin dudas, un compromiso feliz.


The apple of my eye.

No hay comentarios: