martes, 27 de noviembre de 2007

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Existe un orden en el cual suceden ciertas cosas que es Superior. Creo que nadie nunca lo vio, que nunca nadie oyó hablar de el; al menos nunca he oído a nadie referirse, específicamente, a ese lugar. Es una esfera, un Orden, como decía, realmente. Es donde, al menos en lo que a mi intimidad concierne, nacen las cosas que tienen que ver con el dolor, las emociones, la nostalgia o los suspiros, aunque de esto último no me siento en condiciones de afirmar nada; como cuando uno extraña a algo o alguien de una forma tan personal que ni sentido tiene intentar explicarlo.

Es como la llama de una vela que no alumbra demasiado, pero que tampoco piensa dejar de alumbrar lo poco que lo hace; como un silbido que viene de una hamaca al sol debajo de una palmera, sobre la arena; como el murmullo de las olas que te ponen a dormir en verano en la playa, con viento y aroma a otro momento, a más allá; mucho más allá.

Es un lugar complicado. Traicionero, podría decir que es la palabra cotidiana que tengo para el, pero lo cierto es que tiene muy poco de traición y muchísimo de lógica. Funciona netamente en base a estímulo y respuesta. Cuando lo nutro con lo que cualquier mercader anónimo y mediocre llamaría "basura", El, ese lugar, me dispara con cosquillas a quema ropa; cuando lo que cruzo por sus lascivas aduanas es sano, salvo y seguro, funciona como sustento y base para otro tipo de cosas, más racionales o empíricas, ellas. Mucho más aburridas. De ahí que el traicionero, o mejor dicho el Traidor, dicho en pirata, en western, sea yo. 

En ese lugar, que me gusta pensar que es como un hueco vacío, tibio y hondo que está ubicado entre las costillas, un poco abajo del corazón, es donde algunos movimientos de aire con forma de canciones, palabras o suspiros, algunas miradas, ojos fugaces, luminosos y húmedos adquieren sentido. Muchos lo confunden con algo en el estómago, y quizás tengan razón en lo que a ellos respecte; fábrica de mariposas. Aunque no creo que se trate de un tema de razón.

La guitarra acústica del principio de "Wish you were here" se siente exactamente así. No la eléctrica que comienza el tema pero la que entra después, pellizcada, feliz de sufrir como la ponen a sufrir. Alfredo Zitarrosa se mete y hurga en este lugar como un animal que cava su madriguera cuando la que suena es "Por los médanos blancos". No hay una vez que no me arranque un pedazo de algo. Pero siempre con esa felicidad que, aunque nunca nos enseñaron demasiado, existe un poco en sufrir.

A ese lugar me mudo dos por tres, cada tanto, en un tiempo cíclico caprichoso pero muy mío. Ahí me empapo de muchas cosas, olores, de esas pupilas, de esa luz del sol, oblicua, tibia y mía. De todas esas canciones, de alguna más y muchas que nunca escuché. La ciclotimia es de carácter casi circense: todos están ahí, y todos tienen su momento de protagonismo, de agria gloria. De ese lugar salgo, creo, hoy.

Afuera nada es tan grave. Todo es diferente.

Hasta la vuelta.

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