viernes, 23 de noviembre de 2007

Emotional Detox

Nunca antes había estado de hecho en una desintoxicación. Si había acariciado la idea, pero nunca estado en una real, en carne, húmeda, física; en la de los temblores, las convulsiones. Todo lo que dicen al respecto es cierto. Duele absolutamente todo, hasta la última fibra; el cerebro va desbocado, es un caballo salvaje. Es realmente una bestia pura sangre que por todos sus medios, que son bastantes y muy variados, y sobre todo fuertes e increíblemente nobles, intenta y lucha frente a la adulta intención de domesticarlo, de domarlo. De despojarlo de su esencia.

El cuerpo, el organismo, por si mismo depende de cosas; de aire por ejemplo. Hay que respirar. Y nadie se pone a discutir si eso está bien o está mal. Por otro lado uno asiste al alma con impurezas: ojos de colores, palabras ácidas, promesas, delirios, ideas lisérgicas; y esta se hace lógicamente adicta. Pero esto si se cuestiona. Se cuestiona acerca de su pureza, de su moral, de su naturaleza no natural. Sólo algunas cosas logran vivir sin perder su esencia cuando no tienen lo que las hace tales. Vivir, no sobrevivir. Sobrevivir no es la cuestión.

La música es mi metadona. No me va a curar nada, porque uno no se cura. Mi enfermedad va a estar conmigo hasta el instante que me muera. Pero la música va a ser mi metadona, mi droga sustituto, mi placebo quizás; el concepto al que pueda acudir, echarle la culpa, odiar, amar, transpirar, añorar. Eso en lo cual pueda sumergirme y coquetear con la idea de no re-emerger. Meth. Junkie.

"Desperado". Jessi Colter. Elvis y sus "Love Letters", Cohen, "Are we in trouble now?". Kristofferson, "Final attraction". Insufribles e innumerables melodías, palabras y cuerdas vocales rasgadas en humo de cicatrices van a asistirme, a acompañarme, pero no para ayudarme a disminuir el dolor. Para curarme, limpiarme, desintoxicarme. Y eso duele.

Tiene que doler.

Emotional Detox Check Point: encontrar el foco.

No reencontrarlo, porque el foco, el Norte, se fue, se perdió. Se sacrificó a la ruleta en bocanadas de euforia, con el corazón a 220, tensando la fibra del músculo, violentándolo, los nervios reseteados, sobredosis de adrenalina, lejísimos de la tierra o cualquier clase de punto gravitatorio; anárquicamente cósmico.

Así, encontrar el foco se traduce, básicamente, en lograr la capacidad de concentrarse; que se traduce, básicamente, en lograr la capacidad de asesinar el impulso, de anular el deseo.

Paradojas de desintoxicación.

Retornar al seno materno, al pecho vivo, a la sangre de la sangre, el polvo por el polvo, volver a casa, a la supresión de los vínculos que uno mismo debía haber forjado. Volver a casa, una vez que te fuiste, es jodido.

Second chance. Otra oportunidad. Sobrevalorada.

Otro día en la clínica. Cada día me asusto más y tengo más miedo de perderme. Sin embargo es a lo que voluntariamente vine en primer lugar.

Paradojas de desintoxicación.

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