miércoles, 21 de noviembre de 2007

Smiling like a killer

Estoy de vuelta. Hoy, al tiempo que me limpiaba, comenzó a brotar en mi una necesidad y me di cuenta de que escribiría un "diario". Algunas pensamientos, ideas, nociones, molestias, sensaciones, comenzaron, para mi sorpresa, a tomar esta forma. Otra vez.

No existe la intención redentora que hoy pienso existió, más o menos conscientemente, en otro entonces, y que incluso y haciendo un veloz y brevísimo examen de conciencia, admito le cargué a la actividad. Entiendo que no voy a exorcizar ningún demonio escribiendo. No voy a redimir ningún pecado escribiendo. Para eso existe el dolor, y el fuego. Ahora sencillamente estoy hincado para no obstruir el flujo; para no ser un estorbo cósmico.

Estuve enfrentado al dolor, cara a cara. Dolor físico. Sentí dolor físico que jamás había sentido, un dolor capaz de hacer confesar las peores infidelidades, las traiciones más bajas; un dolor capaz de obligarme a inventar, a mentir, a desafiar el trazo de la historia y el carácter de los Dioses con tal de que, por lo menos, sino acabase, disminuyese.

Juro que empujé los límites del dolor, y así, aprendí del nervio, conocí la célula. El nervio es Dios. dios es el nervio. El responsable del dolor y la satisfacción; y cada hombre, cada persona es responsable de alimentar el hambre de su propio nervio. Y de sus consecuencias.

Ahora me encuentro más atento. Más alerta. Aunque no por esto menos vulnerable.

Admiro las virtudes del entrenamiento, en cualquiera de sus formas: físico, emocional, social, espiritual, intelectual, etcétera. Todas. Admiro el entrenamiento como capacidad de generar, como la forma de la Evolución, manifiesta. Esto no es nuevo, esta admiración, siempre ha sido algo muy claro para mi. Por su contundencia, su tremenda meta honestidad. Como una patada en los dientes, una puñalada en el riñón, en mis años he visto al entrenado derrotar al no entrenado.

De un tiempo a esta parte he adoptado la disciplina del entrenamiento. Tiene que ver con el rigor, pero es mucho más amplio, y riesgoso. Estoy sumamente conforme y complacido con los resultados; incluso con su parcialidad. Me ha generado el último vicio. El vicio de vicios; me ha vuelto insaciable.

He vuelto a sentir la necesidad de la caza. La tensión del resorte del músculo que le susurra al león, "ahora". El orden restablecido. El nervio que lo vuelve Rey, que lo separa de la bestia vulgar. El nervio de la determinación.

El Rey tiene que cuidar su corona; eso es lo que hace el Rey. Y es lo que voy a hacer.

Eso es lo que hago.

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