viernes, 4 de enero de 2008

The death of automaton

Es la meta. El norte planteado días ha. Intrínseca, y como sólo H. M. podría haberla planteado y como de hecho lo hizo, con esa dureza, con esa claridad, con la carga de sabia y sana esperanza que no es estúpida porque está activa; la que le devuelve el sentido a las cosas. No recuerdo el textual pero es poco importante porque el concepto es lo elevado, algo así como que: la recuperación de la inocencia entendida como la recuperación de la libertad, entendida como la muerte del automatón. Como un cachetazo de los dioses a la impertinencia más pueril, en el momento me excitó. Hoy, a meses, lo recuerdo, fresco y lo encuentro iluminándome; me desafío practicándolo.

Es que es el objetivo, es por lo que lucho conscientemente todos los segundos de mis días; hasta en sueños. Es luchar con mariposas, es no protestar aquella letra, es no irme nunca, saber que de tu cintura inquieta no regresaré jamás, pero que en ella no me quedo. No hoy.

Automático es el Orden. Automatón es la personificación de la pérdida del control, es el sustantivo del principio el fin. Automatón es el principio del fin de la vida como la quiero vivir. Entera, eterna, rebosante de días que empiezan y terminan cuando yo los haga nacer y morir. Necesito perseguirme en esa carrera en la cual, parezco entender, me adelanté tanto de mi mismo que no se me ocurrió cosa mejor que irme a buscar al pasado, hacia atrás; en otros. Y cada vez más alejándose mi yo de mi.

Lejos me veo y a por ti voy. Con los ojos irrigados en sangre, anhelando alcanzarte, pero con la paciencia que se que me devolverás cuando te alcance y te abrace, Yo. Convencido. Cómo te abandoné, cómo dejé que te fueras, cómo te eché de mi... de tu hogar, de tu esencia. 

Take it or leave it? Tómalo niño, tómalo. Volver a la voluntad perpetua, segundo a segundo; es tremendamente agotador, y fundamental.

Fiesta de disfraces.

Es en los ojos que harto conozco, que reinvento, que desmenuzo, que extraño demencialmente y valoro solamente, estúpido, cuando en jaque, que me refugio y encuentro el Sentido de las cosas. En ese tono de voz, el tuyo, al que regreso todo el tiempo, del que me aferro; en baldes de una dulzura que mi automático me quiso robar. Sos tibia y demasiado enorme para un yo mínimo, absurdo, egoísta. Sos el Sentido de las cosas, de la vida. De la mía; seguro.

Desafío su naturaleza de músculo involuntario; cada latido tendrá sentido, será voluntario. Una bomba de vida deliciosa, que reinvente y explote en millones de impulsos, uno tras otro, todos diferentes, todos sonrientes, contemplativos, disfrutando de la calma. Si, contemplándola, disfrutándola.

Escuchen y festejen. Porque cabalga libre.

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