martes, 29 de enero de 2008

Hola

"Es una historia acerca de alguien que se va, tiene que decir adiós, y no sabe cómo hacerlo", nos regala el Hombre del corazón expuesto, acerca de cómo va perdiendo su delicadeza, el toque que lo hubo caracterizado. "Ain´t it funny how things happen?...just as we think we got it all straight".

No dejo de impresionarme, de encontrarme mudo boquiabierto, real, efectivamente abombado, estupefacto, anonadado y en desnuda y sincera admiración, frente a esa capacidad que carga en su esencia la inmediatez. Wow.

Cómo el vacío inmediato anda por la vida basureándonos la chance del largo plazo, aquella a la cual, incluso más probablemente que quizás, le jugaríamos la vida y pico por otro pedazo de domingo como el pedazo de aquel, por otro minuto de oscuridad que alguna noble y opulenta nube nos regale en el horizonte de una noche de diciembre. ¿Dónde estará la llave de ese otro paraíso? ¿Quién será su celoso guardián?

Así da gusto apostar, da gusto hasta perder; vivir hipotecando los frutos envenenados de una paciencia que es irónica, impaciente e impertinente, en virtud de un hueco un poquito menos inquieto en aquel, el hondísimo estómago de la incertidumbre.

Mi vieja bandera de pirata, la que hubo adornado corajudamente el mástil del corsario patrón que me vio capitán y marinero en el embravecido mar de los siete vicios, aquello de lo que se puede y lo que no en virtud de la mira telescópica-mercenaria de los demás, aquella vieja camisa que sigue sin conformarse cuando los besos no alcanzan. A ellas no las perdí, ni las pienso relegar.

Aun entre hienas y sicarios, buitres e insolentes dedos flacos acusadores, aun bajo el peso moral de la estupidez ajena, no puedo dejar de desear a mis anchas. Siempre que puedo, incluso, me esfuerzo el doble en querer no poder. 

Es una cuestión de voluntad: yo se que debería, pero no está en mis intenciones. Alma de bucanero.

No me festejo pero vivo conmigo. Existe un acuerdo recién firmado, fresco aun en pulso y tinta, que explicita una moderación en el fuego; a esta ruleta rusa juego con otras balas, y las reglas ahora las pongo yo.

Ya no tuve cuidado con nada. Bonita estrategia, ella, mi flamante economía del desastre.

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