martes, 15 de enero de 2008

Ride on (conversando con canciones)

Me fascina la gente que parece disfrutar la música de la forma que la disfruto; formas disímiles, ciclotímicas, fanáticas y millones de etcéteras, por cierto. Es que me gusta tanto todo...

Me fascina en el sentido más Real Académico Español de la fascinación, de la atracción irresistible. Ni mejor, ni peor o siquiera nada, pero a veces encuentro algunas pieles erizándose por ahí que resultan ser determinantes; y rabillos de ojos, suspiros evidentes, sonrisas de verano, pequeñas piernas a mil por hora. Bocas de frutilla.

Aun sumergido en el riesgo de la interpretación, se siente bien. Y así le voy poniendo a algunas personas cara de canciones, de discos, de la forma que suena una guitarra, una armónica, un violín; el 800 de Angus, que es sabio y tan azul como pica y rasca el dolor de aprender.

También veo que hay gente que tiene cara de mute. Sin ofender, de ustedes huyo.

"Old habits die hard", dice Jagger, sólo esta vez, desde una OST del 2004. No se me ocurre una sola razón o motivo para buscar su deliberada muerte, la de los hábitos, viejos, antiguos al menos, por definición. Quizás si domarlos, lo cual me haría y me hace entrar en nuevos viejos conflictos, pero que quizás quiera enfocar desde una nueva perspectiva. Nuevas perspectivas para viejos conflictos; y la combinación de lo incombinable, de lo otrora opuesto con la radicalidad del pretérito. Diagonalmente enfrentado, en esta esquina, y en la de enfrente. Fight.

La continuidad, la dinámica del gerundio a veces soluciona estas encrucijadas. "Still breaking old habits". Estoy en eso. Empate. Booo. El versus del compromiso y ese afán por no cerrar ninguna puerta. Jodidas las reglas del jueguito este. Juguemos, pues.

No dejo de pensar en vos, eso no va a suceder. Tampoco es a lo que me refería. Pero las palabras suelen demorar en llegarme, las apropiadas, y la urgencia de mi boca por pronunciarlas me hace hacerte eso. No dejo de escribir. Siempre diferente, sos un tema, el tema. El más enorme que haya incursionado en mi vida, seguramente; inabarcable. Puedo aprender a quererte de mil maneras y desde vos y por vos, bien lejos de mi inmundo yo.

No lo entiendo; quizás sea lo excitante. Porque la sangre corre más rápido porque el bobo bombea más fuerte, el calor quema más, el pasto huele mejor y más fresco, el agua se mueve más despacio, invita a conversar. No lo entiendo.

Te digo que me gustan los camiones, vos te reís y a mi no me molesta. Aunque me encanten. O los trenes o los caballos dementes, que comparten eso de la nobleza, de la pureza casi dogmática del que por su potencia avasalla. Es el ir más allá, velocidad. Pero claro, no son tan hermosos en el cotidiano que solemos. Salgo y veo otros camiones, otros trenes, otros caballos. Otros aviones. Y entonces, claro, no entendés.

Explorando fuera de la obsesión, esto es terapéutico y se siente bastante bien. Sospecho que se sentirá mejor. Podemos darle otra chance a París, ¿qué opinás? Es cierto, el infierno no es un mal lugar para estar, nada más que hoy prefiero ir a la playa, se me hace que andás por ahí y quizás pueda sorprenderte. Quizás lo logre. O quizás no exista el lugar a donde voy. 

Try to get back to the start.

Ya se lo que voy a hacer.

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