miércoles, 6 de febrero de 2008

Ad Astra

La cantidad de preguntas sigue siendo un torrente increíble, pero ya no me pasan por arriba, su fuerza no me avasalla. El flujo no ha disminuido, el caudal es realmente imponente, pero una vez encausado ya no arrasa con vehemencia. Y entonces me veo contemplándolas, haciéndonos el amor, soportándonos, elevándonos. Animándonos.

El norte tampoco ha cambiado; este no cambia. A raptos eventuales, anárquicos y caprichosos en el ritmo de la velocidad a la que a me dirijo, éste se re formula en nuevas Comprensiones; de lo que me rodea, del tiempo, del aire y del agua. De la tremenda fuerza de la tierra, de sus grietas y sus gritos ahogados. De cómo se mueve y es vida y de cómo me muevo yo con ellos.

Esto es maravilloso, el waltz de la delicia. ¿Me concede el honor de esta pieza?

Los ojos han dolido durante días, el llanto ha sido la constante y lo reconozco y asimilo como la estría del aprendizaje. Sin embargo, ese dolor ya no me hace sufrir; ya no sufro más por ti. Te disfruto y cuando te vas hasta te extraño un poquito. Lo que pasa es que creo que te entiendo, e incluso si no, se que llegará el día en que si. Sobre el manto dulce de la confianza me encuentro alimentando mi fuerza; existo en la noción de que recorro el camino que lleva hacia tu lecho. Allí, vientre, calor, seno.

Esto es Fe. 

Entre Júpiter y Apolo, en este plan no veo techo, no veo fin, no siento ciclo. Hay vacío y posibilidad, y hacia ellos voy, a la par de la construcción del presente, de su moldura. Con los puños cerrados y la tranquilidad en el semblante, me entrego, me abro, me expongo con la certeza de que el corazón es rojo y que brota, y de que eso no puede fallar.

Arriba de la parte más alta de la montaña me paro, y hacia el cielo saludo con los ojos abiertos del Amor; me emociono en la noche cuando veo las luces brillar más cerca y vivo en mi carne el fruto del sacrificio. Vivo porque siento la vibración; vivo porque siento y vibro, porque cada molécula de mi ser es la tierra, es La Estrella.

Soy su energía. Hijo.

No hay comentarios: